Maestro-profesor, su halo

Maestro-profesor, su halo

Allende las diferencias que pueden marcarse por las variantes de significado entre las palabras maestro(a) y profesor(a), lo cierto es que, al menos para quien esto escribe, las palabras siempre han tenido un halo de respeto.

El porqué de ese respeto no es algo que tenga su fuente solo en quien ejerce de maestro, de profesor (de ahora en adelante omitiré los entre paréntesis para referirme a los géneros de las palabras, para una mejor lectura, solo por eso usaré el genérico masculino) sino que también proviene de las personas que caminan con él por la gran avenida de la enseñanza y del aprendizaje, asimismo, de sus pares, de la gente que le conoce y de la colectividad en su conjunto.

La fuente de autoridad del maestro, del profesor, radica en que informa de forma actualizada de su ciencia, oficio o arte y en que también "forma" y al decir forma, me refiero a que procura generar en sus alumnos, en su medio, la capacidad de la reflexión y una conducta justa, buena, equitativa, correcta. Por eso, el autor de estas líneas siempre ha creído que el profesor es profesor "en" las instituciones educativas y que lo es, quizá más, por su conducta "fuera" de las propias instituciones educativas.

Los alumnos (uso esta palabra por no encontrar otra mejor, pues son compañeros del maestro-profesor) son también la otra gran parte de la aureola del profesor, del maestro, porque es con su asistencia al aula, con su tolerancia, con sus reflexiones, con lo cual se establece una relación de comunicación entre el profesor-maestro y el alumno en un reconocimiento mutuo como personas con bienes y valores dignos de respeto.

Relaciones similares son las que se establecen, quizá a una mayor "distancia" entre el maestro-profesor y sus pares, la gente que conoce y la colectividad en su conjunto.

Ello no quiere decir que el maestro-profesor sea un sujeto raro, metido entre paredes oscuras devorando como ratón-león algunos libros o que sea un sacerdote asceta que mira como pecado el comer un poco de grasa, azúcar o sal.

El maestro-profesor es tan humano como cualquiera, y no es que por eso deba observar una conducta aceptable en su vida en general; sino que es justamente su inclinación por conductas aceptables desde el ángulo de los bienes y valores, la razón por la cual se vuelve maestro-profesor.

En mi camino, en mayor o menor medida he conocido extraordinarios profesores todos (aunque con diversas posturas) y que, como profesores, respeto y respetaré siempre, en ese rubro, por ejemplo (y no es una lista exhaustiva): Elena de la Fuente, Eugenio Bulygin, Héctor Fix Fierro, Héctor Fix Zamudio, Francisco de Paula Puy Muñoz, Jesús Santa Bárbara, Juan Antonio Travieso, Manuel Atienza Rodríguez (su equipo completo: Isabel Lifante, Juan Ruiz Manero, Daniel González Lagier, Ángeles Rodenas, Josep Aguiló), Mario Trottini, Milagros Otero Parga, Nuno Garoupa,  Pablo Lucas Murillo de la Cueva, Santos Pastor Prieto (qepd).

Cierto que en la vida uno se encuentra personas que cobran como maestros, pero solo eso, y uno puede visualizarlos: aquellos que utilizan la violencia en las instituciones, los eternos ausentes, los que hostigan, los que hablan de la justicia en el aula y en la práctica se corrompen, los que cobran en dinero o en especie por una nota, los que (como escuché una vez a un profesor español en la Universidad Complutense de Madrid, sin que él se diera cuenta) llaman a los alumnos "hatos de bueyes", los que ven la docencia como cueva en tiempo de vacas flacas o trampolín, los que miran la docencia solo como el medio de un salario "seguro y con prestaciones", los que son maestros porque no había de otra, los que valoran más una regla que una buena idea, los intolerantes con los alumnos de posturas de conocimiento diverso, en fin, tantos y tantos que solo cobran como maestros-profesores, pero que son solo eso, buscadores de ingresos monetarios, pues de hecho no son ni maestros ni profesores en verdad.

Antes de terminar, quiero solo precisar que en mi caso, no soy un profesor de aureola, con ese halo virtuoso, pues soy más común que especial y con "n" defectos, pero sin duda, querría ser un maestro-profesor así, no lo soy.

Bienaventurados aquellos que son maestros-profesores con halo de virtud, por ellos, y quienes les conocen, felicidades.

Finalmente, solo quiero ligar este tema del maestro-profesor con el tema del diez de mayo, pues me parece, y creo que en esto no hay discusión, cada madre es la mejor maestra de sus hijos. Felicidades también a ellas que aprendieron sin libros.

jcms

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