El saqueo y el boquete económico

El saqueo y el boquete económico

Michoacán ha sufrido un severo deterioro en sus finanzas públicas por razones tan sencillas como absurdas, entre otras, una baja capacidad recaudatoria, que va de la mano de la evasión fiscal en las contribuciones estatales y municipales, lo que se traduce en poderosos empresarios perdonados en sus deudas con el SAT, a quienes se les da todo tipo de concesiones para reducir su deuda al mínimo, o de plano no pagar, con trampas contables que les son permitidas por compromisos con las cúpulas gubernamentales.

También las corruptelas entre altos funcionarios de los tres niveles de gobierno, algunos de los cuales de plano saquearon las arcas gubernamentales, y el haber permitido que la delincuencia organizada se metiera hasta la cocina, es lo que ha tenido a Michoacán durante muchos años en la zozobra económica y de inseguridad. Y es que, además de lo anterior, los egresos de la administración estatal, tanto en el gasto corriente como en deuda a bancos y proveedores, tiene a la entidad al borde del colapso. Apartado especial tienen los gastos transferidos al gobierno michoacano, en dos rubros que manejan cifras escalofriantes: la educación y el sector salud. Y digo "transferidos" porque la administración estatal se convirtió en "patrón sustituto" en estos rubros, sin tener un soporte financiero.

El gasto educativo

Y es que, tras la descentralización que se suscitó hace décadas, el gobierno local no contaba ni cuenta con la autoridad de negociación, ni de otorgar incrementos salariales ni prestaciones, pero que debe atender, soportar y resolver. Así que después de la modernización educativa del año 1992, que firmara el entonces gobernador Ausencio Chávez Hernández en 1994, de ahí para acá se registraron una serie de negociaciones con los sindicatos magisteriales, casi al parejo, el SNTE y la CNTE.

Las formas de presión, manifestaciones y hasta agresiones a la ciudadanía de algunos grupos magisteriales han logrado negociaciones millonarias, con cargo al presupuesto estatal, y es que los michoacanos, a través del gobierno estatal, pagamos a nuestros maestros más de 400 días al año, cuando desde hace décadas el magisterio no cumple con el mínimo de 200 días de clases por año escolar, sin mencionar dobles plazas y aviadurías. Minutas y más minutas signadas por los gobiernos son los trofeos de una parte del magisterio.

Las plazas automáticas

Cabe recordar que en la década de los 90 la federación dejó de reconocer las plazas automáticas y, tras un convenio con las entidades, les endosó –voluntariamente a fuerzas– tal responsabilidad, además de las plazas de apoyo docente y administrativo, acción que nos abrió un boquete financiero que hasta la fecha cargamos los michoacanos, ya que sin tener capacidad presupuestaria se han autorizado más de 30 mil plazas –que para garantizar gobernabilidad–, las cuales significan ¡más de 5 mil millones de pesos al año! Y es que tras la reforma educativa del presidente Enrique Peña no podemos entender por qué después de las estrategias del gobernador Silvano Aureoles, del pago a través de cheques controlados, de la bancarización, de tratar de eliminar aviadurías, de depurar y de eficientar, por qué el Ejecutivo federal cede y les paga los cheques pendientes; triste mensaje de debilidad y de decirle a los grupos sociales que con manifestaciones y plantones obtendrán todo lo que quieran del gobierno.

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