Urge despertar a las multitudes engañadas y manipuladas

Vivimos una situación de emergencia, la responsabilidad es grave, en las votaciones urge la participación madura, responsable y razonada de las mayorías.

En las campañas electorales andamos como en una feria de pueblo. Hay muchos payasos que atraen a la gente y tratan de divertirlas, de hacerles trucos de magia.

Los líderes sociales tratan con frecuencia al gran pueblo de México como a una borregada.

Los tratan como a niños que aún se chupan el dedo

Se aprovechan de su sencillez, inocencia, ignorancia para hacerlos tontos, engañarlos con pequeñas dádivas y manipularlos. Hay multitudes incontables de mexicanos que son débiles, manejables, como niños dóciles. No tienen criterio propio ni sentido de su dignidad.

Con actitud egoísta y partido-centrista buscan bienes contrarios al bien común, ajenos al pueblo, para satisfacer sus bajas pasiones de poder, dinero, placer, fama.

Usan discursos falaces, le dicen a la gente lo que ésta quiere oír, patrañas para halagar a sus oídos, como criticaba Pablo de Tarso. Pintan un paraíso imposible en el que no creen. Los payasos se vuelven ilusionistas que hacen ver cosas con su arte de magia.

Es un juego de manipulación para llevar a las multitudes débiles a sus fines que se vuelven mezquinos, en eso son maestros.

No tiene la clase dirigente el coraje de decir sus verdaderos móviles. Todo mundo ve esos móviles pero ellos no se dan cuenta.

 Es lamentable esa situación de las mayorías de mexicanos en la que todos podemos estar envueltos.

Los gobiernos de la revolución no han dignificado al pueblo humilde, no han educado para la participación democrática. Lo han mantenido es su atraso y postración, precisamente para hacerlos una masa manipulable.

¿Quién se preocupa de la educación de los pobres? Ni los profesores que andan en las calles en otros asuntos.

¿Quién se preocupa de devolverles el sentimiento de su dignidad de manera que participen dignamente en las votaciones y defiendan sus derechos? De esa manera no se venderían por una torta o una cachucha.

Serían capaces de desenmascarar los móviles ocultos y perversos, de quienes se acercan para sacarles el voto. los usan y los tiran como un objeto desechable.

Las multitudes de mexicanos entenderían la trascendencia de los procesos electorales, trascendencia que se reconoce en los discursos pero no en la actuación de los líderes que corrompen la elección y no la llevan al bien de México.

Los líderes lo saben pero, en una actitud maquiavélica, prefieren sus intereses al bien común y a la vida digna de los mexicanos.

La situación nos reta a actuar de inmediato. Y se plantea la gran pregunta: ¿Qué podemos hacer?

Es la hora de despertar a los mexicanos humildes, educarlos. Es una obra tremenda y grandiosa como una conmoción cósmica.

Es una obra radical, a fondo de toda la persona para tener una relación nueva con la cosa pública. Hay que sanar la autoestima y levantar la persona a su condición de adulta, capaz de orientar el destino de su pueblo.

Urge ponernos en condiciones de una participación consciente, responsable, bien informada en la elección de las autoridades.

Urgen apóstoles que despierten al pueblo a un comportamiento de altura, de dignidad para una elección, personal, libre, razonada y sabia. Es intolerable que otros decidan por ellos, induzcan su voto con regalitos o se dejen llevar por afinidades políticas e ideológicas desaprovechando la oportunidad para el cambio de la situación de corrupción, impunidad, vacío de ley y todas las plagas restantes.

Urge que seamos capaces de distinguir entre las seducciones de los líderes y sus propios derechos y el bien común.

que actúen con valentía y dignidad y voten por el progreso, el bienestar y la paz de México.

Concretamente, ¿Qué podemos hacer? El secreto está en la renovación personal, es un paso difícil pero que podemos dar. Cada quien tiene todo el poder para empezar ya. Será la pista hacia la salida del país de corruptos y convenencieros que detestamos.

Ah, si tanto dinero gastado por el INE y los partidos no se tirara en mensajes inútiles y se aprovechara para despertar la conciencia de los mexicanos de cambiar a México por medio de un voto maduro, libre, razonado, eficaz.

La salida de la corrupción y de la crisis se ve tan lejana y, sin embargo, es posible, ¡está a nuestro alcance!

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