Por: Cynthia Arroyo
Ciudad de México (Rasainforma.com).- El 19 de septiembre quedó marcado en la memoria e historia de México y es que en dicha fecha se registraron sismos que han dejado la peor devastación en el país.
Fue el 19 de septiembre de 1985 que un terremoto de 8.1 grados se registró en México, con epicentro en el Océano Pacífico mexicano a las 7:17:47 de la mañana, hora en la que gran parte de la población continuaba dormida o ya alistándose para realizar sus actividades comunes.
Hogares, escuelas, edificios, y más fueron sufrieron colapsos que sepultaron a miles de personas de las cuales se sabe según las autoridades, fallecieron 3 mil 192, mientras otras tantas permanecieron bajo los escombros por varios días en espera de ser rescatados.
La historia continuaría y es que una réplica se registró el 20 de septiembre, unas horas después de la gran catástrofe. En esta ocasión miles de construcciones afectadas por el primer movimiento telúrico sufrieron el colapso inmediato, aumentando la cifra de fallecidos.
La tecnología de ese entonces impidió una pronta comunicación de la población con las autoridades, así como con familiares y amigos; los mexicanos desconocían paradero de consanguíneos debido al colapso de líneas telefónicas y redes eléctricas.
De acuerdo a aproximados se sabe que hubo
Autoridades y población recordaban y conmemoraban a las víctimas del 19 de septiembre de 1985 cuando un sismo los tomó por sorpresa.
Corrían las 13:14:40 horas cuando la población sintió cimbrar la tierra con un sismo de magnitud 7.1 grados el cual tuvo epicentro a un kilómetro de San Felipe Ayutla, Puebla, apenas doce días después del terremoto de Chiapas.
Cifras oficiales manejan 369 los fallecidos. Los estados de Puebla, Morelos, Estado de México y Guerrero fueron en las zonas en las que más cuerpos sin vida fueron rescatados de entre los escombros.
Las cifras de pérdidas económicas ascienden a entre US $4.000 y US $8.000 millones, siendo la Ciudad de México la entidad con más daños sufrió.
A un año de la tragedia ciudadanos que sufrieron el colapso total de sus viviendas siguen viviendo en la calle, en casas de campaña donadas por el gobierno de China.