AMLO, ¿entre “machuchones” y “neofascistas”?

AMLO, ¿entre “machuchones” y “neofascistas”?

Muchos se sorprenden al enterarse de los altos niveles de aprobación del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que oscilan entre el 67% y el 85%, de acuerdo con Consulta Mitofsky y otras encuestadoras. Sin embargo, no es la primera vez que AMLO logra altas aprobaciones; por ejemplo, entre los años 2000 y 2003, el tabasqueño tuvo un crecimiento en su popularidad, por arriba del 80%, justo a la mitad de su mandato como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, fenómeno que le permitió ganar con suma facilidad las intermedias en la capital del país, lo cual parece ser su estrategia rumbo a 2021.

En un documento publicado por Integralia Consultores, basado en mediciones realizadas por Consulta Mitofsky, la pregunta número uno, que origina un interesante análisis, es precisamente, ¿por qué es tan popular AMLO?

Lo que pasa es que la popularidad del presidente, aparte de ser inusual en los primeros 100 días de su gobierno, muestra una tendencia al alza, contrario a los dos anteriores, Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, que a los 100 días de gobierno ya veían una tendencia a la baja.

Factores de peso

Las decisiones que ha tomado han sido bastante rentables, políticamente hablando, en cuanto a lo que la sociedad espera de un político de su talla: vender el avión presidencial, eliminar las pensiones a los ex presidentes, abrir Los Pinos a la gente, viajar en vuelos comerciales, saludar a la gente de mano, comer en lugares sencillos y encabezar a diario las conferencias matutinas para "hablarle de frente" a la ciudadanía y así marcar la agenda.

Hay quien diría "eso es populismo"; ¿alguien lo duda? Pero veamos algunas definiciones de la palabra populismo, para poder entender aún más a un personaje como López Obrador.

Populismo (1): Estrategia política que apela al pueblo, para que una persona construya un gran poder, con el apoyo de las clases sociales bajas y sin privilegios. Suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan o presumen de ser los redentores de los humildes.

Populismo (2): Estrategia política que toma medidas, no para lograr el progreso de un país, sino que implementan acciones para conseguir el apoyo de la ciudadanía, que son vistos más como votantes, sin importar las consecuencias que de ello se generen. Los líderes se erigen como los buenos, en una lucha entre el bien y el mal, donde los malos son sus adversarios.

Populismo (3): Estrategia política que busca beneficiar a las clases sociales bajas y más desprotegidas, rayando en el paternalismo, pero que bien aplicada busca construir el poder por medio de la participación popular, la inclusión social y el castigo a la clase política corrupta, para así lograr el progreso.

¿En cuál de los tres se podría ubicar al presidente López Obrador?

Las intermedias

El ejercicio del poder desgasta, muchas de las decisiones de los gobiernos, en general, no son recibidas por el pueblo de buena manera; sin embargo, hasta el momento eso no ha sucedido con AMLO. Quizá sea muy pronto, pero es muy probable que la popularidad del presidente se mantenga al alza de aquí a 2021, fecha de las elecciones intermedias. Para entonces, el partido Morena podría arrasar de nuevo en las urnas, y aunque en política nunca es lo mismo, ni siquiera de hoy para mañana, las variables negativas en contra de AMLO podrían ser mínimas.

Lo anterior podría lograr una centralización tal que para muchos sería de pánico, ya que en las democracias el equilibrio de las fuerzas políticas y la discusión en el Legislativo sería lo más sano para no tener la balanza solo de un lado; sin embargo, yo no veo que las amenazas para el Movimiento de Regeneración Nacional sean externas; su Waterloo podría ser al interior de Morena, tal y como está sucediendo a nivel nacional entre Yeidckol Polevnsky y Gabriel García, así como en Michoacán entre Sergio Pimentel y Roberto Pantoja.

Se antoja una lucha encarnizada al interior de Morena para definir las candidaturas a diputaciones federales, locales y a las gubernaturas que estén en juego, incluyendo Michoacán, donde se mencionan, desde ya, a Raúl Morón, Roberto Pantoja, Blanca Piña y Germán Martínez.

Pero sí hay que señalar que un severo riesgo para la democracia es que no haya contrapesos políticos y solo hegemonías.

Los 100 días de gobierno de AMLO

¿Entonces AMLO tiene la alfombra roja puesta para lograr todos sus planes? Definitivamente no. Si se ventilan posibles actos de corrupción de sus cercanos colaboradores, acentuación de la crisis de seguridad y hasta una severa crisis económica, podría terminar con la luna de miel y ubicar al gobierno federal en una nueva realidad; si a eso le sumamos tres grandes proyectos de infraestructura que podrían poner en jaque al gobierno de López Obrador, si no se realizan de la manera adecuada, entonces las cosas podrían cambiar.

Estoy hablando del Aeropuerto de Santa Lucía, que ya lleva una larga complejidad por la polémica ampliamente conocida; el Tren Maya, que atravesaría cinco estados y 48 municipios, de los cuales, 34 son considerados indígenas, los cuales defenderán con todo sus áreas naturales protegidas, y finalmente, la refinería de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, la cual supuestamente estaría funcionando en tres años.

Son tres grandes proyectos que, o elevarían a AMLO a alturas insospechadas o lo tumbarían, por lo menos, de la popularidad que actualmente goza.
Por cierto, muy a su estilo, el presidente, por medio del discurso, define a los ciudadanos que no están a su favor con adjetivos denigrantes, tales como "mafia", "fifí", "machuchones", "mezquinos", "neofascistas", "conservadores", y acusarlos así de corrupción para restarles legitimidad.

En fin, son nuevos tiempos, nuevos gobiernos y nuevas configuraciones políticas.

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