¿Y ahora?
El pasado 31 de mayo el gobierno de Estados Unidos emitió uno de sus provocadores comunicados: la imposición de aranceles del 25% y 10% a las exportaciones mexicanas de acero, hierro y aluminio, respectivamente. Esta noticia generó toda una serie de reacciones.
Como respuesta, y en un intento por revertir los efectos negativos de tal medida, México respondió de igual manera, imponiendo nuevas tarifas a una gran variedad de importaciones estadounidenses, como lácteos, cárnicos y bebidas alcohólicas.
Ante esta medida, se agudizó el ambiente de incertidumbre entre los distintos agentes económicos internacionales, nacionales y estatales.
Éste es el contexto que vivimos actualmente en la economía global, pero ¿qué efectos se pueden esperar de este nuevo capítulo de proteccionismo, cuya trascendencia no sólo se circunscribe al ámbito internacional, sino que trastoca aspectos del comercio local?
Eventos como los anteriormente señalados, aunados a otros consolidados en años recientes, como el Brexit, permiten entrever el inicio de una tendencia en el tipo de políticas económicas mundiales.
Se prevé que las nuevas políticas generarán, en el mediano y largo plazos, el incremento generalizado de precios (inflación) y una disminución de la actividad comercial nacional y mundial, así como un reajuste en los tipos de cambio de las monedas, principalmente respecto al dólar estadounidense.
En este escenario, que pareciera tan sombrío, hay que destacar que no todo lo es; por ejemplo, las empresas cuya actividad se encuentra orientada a los sectores afectados con las políticas arancelarias tienen ahora la oportunidad de competir por ganar parte del mercado; asimismo, áreas tradicionalmente atendidas por proveedores estadounidenses tendrán ahora la apertura para considerar alternativas nacionales, principalmente de aquellas que puedan garantizar el suministro de bienes y servicios.
Todo ello brinda áreas de oportunidad para desarrollar y explotar de forma productiva el ingenio, las capacidades y el conocimiento local.
Esta oportunidad se presenta como el incentivo perfecto para el desarrollo de un mercado "glocal" (global-local) basado en la creación de cadenas de valor nacionales con los estándares mundiales para competir en el exterior.
El reajuste de la actividad comercial es el campo idóneo para que emprendedores encuentren el espacio para su desarrollo. Se puede reactivar el mercado de sustitutos nacionales. Cambiemos el Bourbon por un buen mezcal, e incentivemos la producción ganadera regional, cuyos beneficios permearán al desarrollo directo de nuestras comunidades.
Las afectaciones económicas por la política estadounidense se han calculado en entre dos mil y tres mil millones de dólares, sin considerar las modificaciones que generarán los aranceles impuestos por México, y es de ese tamaño el mercado que las empresas mexicanas pueden ganar si asumen la nueva realidad como una oportunidad y no como un contratiempo. Del otro lado de la moneda, para aquellos cuyo cliente son los Estados Unidos también hay buenas noticias; el mundo está compuesto por otros 193 países que demandan en importaciones hasta el 86% del total global, equivalente a más de 15.3 billones de dólares.
Lo más importante: complicaciones siempre existirán, pero las alternativas están ahí y el resultado de un cambio nos puede colocar en una posición mejor de la que esperábamos.
Jesús Melgoza Velázquez
Secretario de Desarrollo Económico de Michoacán
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