Me da mucho gusto saludarles, y les recuerdo nuestro lema de esta Cuaresma: "en nombre de Cristo, reconciliémonos con Dios"; hoy les quiero invitar a que tomemos en cuenta la invitación que nos hace la iglesia, a ayunar durante el tiempo de la cuaresma.
El ayuno como una obra de ascesis se convierte en una expresión de conversación y de transformación, ayunar es abstenernos de tomar algún alimento como una manera de sacrificarnos nosotros, pensando en que lo que ayunamos podamos ofrecerlo como amor, como servicio, como caridad a nuestros hermanos, pero más allá que nosotros seamos capaces de entrar en una dinámica de orden, disciplina, de exigencia física y corporal, y eso es lo que nosotros llamamos conversión, es lo que llamamos penitencia, es lo que la iglesia nos pide en el tiempo de la Cuaresma.
Ordenemos nuestra vida, quitemos de nuestra vida todo lo que nos lleva al mal, lo que nos hace perjudicar nuestro prójimo o alejarnos de Dios, seamos amables, serviciales, seamos comprensivos, respetuosos, seamos capaces de dialogar, de tolerar, de perdonar a nuestros hermanos, esas son expresiones de ayuno que brotan del orden, que brotan del esfuerzo y del empeño personal y que nos hacen ser personas que llevamos a Dios en nuestro corazón y que podemos transfórmanos a nosotros mismos para servir mejor a nuestros hermanos.
Ayunemos como una manera de hacer penitencia y de conversión y transformación personal durante esta Cuaresma, les saludo y les bendigo con mucho cariño, el Señor este con ustedes, la bendición del Dios omnipotente, padre, hijo y espíritu santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre, amén.
