Benito Juárez, notas de su contexto

Benito Juárez, notas de su contexto

Es difícil aportar datos ignotos de Benito Juárez, porque su vida ha sido objeto de análisis y estudios desde hace más de un siglo, dentro y fuera del país; de modo que esta colaboración pone el acento en su contexto con el fin de sopesar sus aportes a la patria como sigue.

México, a finales de septiembre de 1821, logra su independencia política, cuando Benito Juárez tenía 15 años de edad y menos de haber iniciado su educación escolar; pero es hasta 1858, el año en el cual Benito Juárez llega a ser presidente de la República, a la edad de 52 años.

Para ese momento, 1858, México tenía 37 años como nación independiente y se encontraba en un estado de incertidumbre en muchos sentidos.

Algo que muestra la inestabilidad política de nuestro país en ese tiempo y poco antes, es que México pese a su corta edad había tenido ya varias leyes fundamentales, proyectadas o en vigor, como la Constitución de Cádiz de 1810-1812, los "Elementos Constitucionales" de Ignacio Rayón de 1812, los "Sentimientos de la Nación" de Morelos de 1813, la Constitución de Apatzingán de 1814, la Constitución Federal de 1824, las siete leyes de 1836, las "Bases Orgánicas" de 1843, el Acta Constitutiva y sus reformas de 1847, y por supuesto, la Constitución de 1857.

En ese lapso, también es importante destacar que se suscitaron intervenciones (militares, económicas y de diverso tipo) extranjeras, como la Española de 1829, con pretensiones de reconquista; la francesa de 1838-1839; y la de Estados Unidos de América de 1846-1848.
Además, al ser ya Benito Juárez presidente de la República, tuvo que enfrentar una nueva intervención francesa y luchar contra el segundo imperio "mexicano", el de Maximiliano de Habsburgo, que fue posterior al de Iturbide.

La lucha política oscilaba entre la monarquía y la república, y entre el centralismo y el federalismo.

En el terreno nacional, los levantamientos perversos e interesados en diversas partes del país, se presentaban de manera frecuente y eran sometidos paulatinamente.

Se puede entender también, que en ese estado de cosas, el país carecía de recursos económicos y eventualmente acudía a los préstamos del exterior.

La población, que entre 1821 y 1858 oscilaba entre casi 7 y 9 millones de habitantes, en su mayor parte era analfabeta (en 1821 poco más del 99% lo era) y la separación de clases y la discriminación social era una constante.

Sin embargo, en ese mismo caldo de cultivo de incerteza, inseguridad, pobreza, ignorancia, discriminación y de instituciones públicas débiles,  también germinaba la lucha por brindar orden, paz, seguridad, justicia, leyes, remediar la pobreza, educar al pueblo y crear y fortalecer a las instituciones.

Era un ir hacia adelante y un ir hacia atrás de forma recurrente, como si fueran las olas del progreso y el atavismo de un mar en el cual nadaban millones de almas.

Por un lado, estaban el apetito de las potencias extranjeras que veían a México como una "presa" por además apetecible para sus propios fines egoístas (Estados Unidos de América, Inglaterra, Francia, España por sus nombres actuales) y por el otro lado se encontraba una población "nacional" que estaba construyendo su identidad, también con una divergencia de intereses en su seno, en lo cual el propio clero jugaba un papel fundamental.

En ese "juego" siniestro, se recuerdan a los Antonio López de Santa Anna (cercenando el territorio nacional con el tratado de la Mesilla) Agustín de Iturbide (De independentista a Monarca), Miramón, Mejía (alfiles  de la intervención francesa) y tantos otros funestos, pero también para loa propia, la memoria está para Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio Allende, Vicente Guerreo, Sebastián Lerdo de Tejada, Melchor Ocampo, Francisco Zarco y muchos más, como Benito Juárez y el pueblo que, al final, es el aliento impetuoso de todo cambio social.

En tiempos de Juárez y no solo por él, por ejemplo, se impulsó la educación primaria gratuita, el establecer hospitales,  que las personas pudieran profesar libremente la religión que más les agradara, la creación de caminos, que el matrimonio fuera civil (aunque aún fuertemente influenciado por la religión católica, pues incluso, no existía el divorcio sino con carácter temporal) que no se pagaran diezmos, que se dictaran leyes en los más diversos ramos (civil, penal, de comercio, procesales, de amparo, entre muchas otras), que hubiera defensores de oficio, abogados de los pobres, celebración de tratados, el estímulo de las artes, bandos de policía y buen gobierno, establecimiento de colonias modelo para el desarrollo por regiones (como en Veracruz), ayudas  económicas, provisiones de seguridad pública, el fomento del respeto a los derechos humanos y un sin número de acciones a favor de la sociedad.

Con eso, quiero significar que Benito Juárez no era un personaje aislado o único, sino que desde su propia singularidad que lo hizo destacar, se encontraba en medio y formaba parte de un gran grupo de mexicanos que de modo consciente luchaban por crear un país, un nación ejemplar, en todos los órdenes.

Y eso me parece que es un punto clave para el éxito de Juárez, esto es, que participaba de una visión común convencida de muchos liberales que impulsaron acciones concretas a favor del progreso del país, pues, por solo mencionar un ejemplo, Juárez no fue constituyente de la Constitución de 1857, ni la promulgó, ni sancionó, siendo esta Constitución quizá la más celebrada en la historia nacional.

La Constitución de 1857, fue obra de diputados como Ponciano Arriaga, Melchor Ocampo, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Vicente Riva Palacio, Ignacio Luis Vallarta, León Guzmán y Francisco Zarco, siendo presidente de la República Ignacio Comonfort, mientras Benito Juárez era Gobernador de Oaxaca. (Sin embargo, Benito Juárez si procuró la aplicación de la Constitución de 1857).

Es cierto que Benito Juárez tenía virtudes importantes, como su sentido común, educación, formación de vida, sentido práctico, prudencia, valor, perspectiva estratégica, bonhomía y tesón, entre muchas otras; pero es claro que en un oasis, esto de poco o nada servirían, y parece que más allá de los problemas que aquejaban al país, fue acompañado por una generación ejemplar y respaldado finalmente por el pueblo.

Si Benito Juárez fue la cabeza, los liberales fueron los brazos y las piernas y el pueblo fue el corazón que le permitió al cuerpo mexicano luchar contra sus propias enfermedades y las del exterior.

Por eso es que al recordar a Juárez, debemos igual de traer a la memoria a los liberales de su tiempo y al pueblo, tan anónimo como presente.

Hoy, por fortuna, no sufrimos de intervenciones militares extranjeras, no hay invasiones del territorio nacional, no hay levantamientos armados para "tumbar gobiernos nacionales", el analfabetismo es bajo, existe un sentimiento nacional, existen leyes más allá de lo razonable en algunas áreas, las instituciones públicas son estables, la economía  aunque no es boyante, pero ni por asomo se compara con la del tiempo de Juárez, y aunque existan presiones diferentes a las que de aquel tiempo, que también eran de distinto tipo, no parecen equiparables y sin embargo falta mucho por hacer, como siempre hace falta y con un solo botón de muestra se comprenderá:

Benito Juárez en lo general fue austero y honesto en su persona y como gobernante, pero quizá eso no fue suficiente para inculcar la conducta, pues no muchos años después, Porfirio Díaz (correligionario y compañero de Juárez en la defensa del país en varios episodios) para una visita de estado de 20 días que hizo a los Estados Unidos de América, solicitó y le fueron autorizados como una especie de viáticos, insisto para esos 20 días, 150,000 pesos oro. Hoy, cada peso oro de esos que le fueron entregados, se venden en aproximadamente $17,000.00 pesos cada pieza de peso oro y fueron 150,000 piezas para  un viaje de poco más de dos semanas, dos semanas de los muchos años que fue presidente.

¿Qué lecciones deja Benito Juárez, sus correligionarios y aquél pueblo del siglo XIX en su contexto y para el nuestro?

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