Cincuenta años después

Cincuenta años después

Fabiola Alanís Sámano

"Un joven es siempre una incógnita. Matarlo es matar la posibilidad del misterio, todo lo que hubiera podido ser, su extraordinaria riqueza, su complejidad". Elena Poniatowska

Somos nuestra circunstancia, somos historia e historias de vida y también somos responsables del rol que decidimos jugar frente a los acontecimientos más importantes de nuestra época.

En mayo de 1968 en Francia, miles de jóvenes protagonizaron la mayor huelga nacional de la historia de ese país. En 1968, durante la primavera de Praga, fueron reprimidos cientos de militantes de izquierda identificados con un movimiento socialista con rostro humano.

En abril de 1968, en Estados Unidos, fue asesinado Martin Luther King, líder del movimiento por los derechos civiles y líder del movimiento contra la intervención en Vietnam.

El 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, fueron asesinados un número indeterminado de jóvenes estudiantes del movimiento de 1968.

Tengo el privilegio de haber escuchado el testimonio de quienes estuvieron el 2 de octubre en la Plaza de Tlatelolco y de quienes, por azares del destino, no pudieron asistir a la concentración que congregó a miles de jóvenes convocados por el Consejo Nacional de Huelga del 68.

El testimonio de las y los sobrevivientes, su activismo, su coraje y su perseverancia sigue siendo un referente ético-político indiscutible en México, en Estados Unidos, en Praga, en Francia y en el mundo.

Hoy se cumplen 50 años de los hechos ocurridos en la Plaza de las Tres Culturas y todavía hay mucho que decir sobre la masacre y su impacto en la transición a la democracia en México.

Siempre habrá un antes y un después del 2 de octubre de 1968, como siempre habrá un antes y un después del 1 de julio de 2018.

Sería difícil imaginar el triunfo de la izquierda en México con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador sin la fuerza, la memoria y el coraje de la generación del 68.

Hay de todo, quienes optaron por dedicarse a la docencia y a la investigación, quienes prefirieron el activismo político y la organización social, quienes optaron por subsumirse en el sistema y después levantarle la mano a Salinas de Gortari e integrarse a su programa Solidaridad.

Hay quienes siguieron el camino de la lucha electoral y han sido representantes populares por varias décadas. Hay de todo, pero un todo que incide todavía en el rumbo del país.

Cincuenta años después, la generación del 68 ha orientado la acción y la participación política de al menos dos generaciones que condujeron movimientos sociales y políticos que ya son parte de la historia nacional: el proceso electoral de 1988 y el inicio efectivo del proceso de transición política, las batallas electorales durante el Salinato y las jornadas electorales de 2000, 2006, 2012 y 2018.

Del 2 de julio de 2018 a la fecha he escuchado decir a muchos de la generación del 68 que es un privilegio haber vivido la caída del régimen y el triunfo de la izquierda en México; yo les he dicho que es la mejor forma de honrar su memoria a cincuenta años.

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