Por: Josimar Lara/@Josimar2188
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- "La comida se hace con amor para que salga rica", asegura Cayetana Nambo Rangel, maestra cocinera originaria de Erongarícuaro, sobre los distintos platillos tradicionales de Michoacán que se ofrecen en el Festival Mano a Mano, cocineras tradicionales y chefs, que se realiza dentro de Ciudad Universitaria en Morelia.
Casualmente en este mes del amor, parece que este sentimiento es el ingrediente secreto que le pone cada una de las cocineras tradicionales a los platillos de las siete regiones del estado, al grado que hace unos años "enamoró" a los miembros de la Unesco que nombraron a la gastronomía mexicana Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y que dejaron en claro que la de Michoacán es un paradigma.
"Nosotras, todas, las cocineras aunque estamos cortadas o quemadas, hacemos la comida con mucho amor" reafirma Cayetana sobre lo que cautiva a propios y extraños.
"No queremos que se pierda lo que saben nuestros padres"
Al inicio el evento, que tiene como sede el Centro de Información, Arte y Cultural (CIAC) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), tiene poca respuesta, pero conforme pasan los minutos, los distintos sabores de las ollas y comales han hecho su tarea de atraer a las personas, hasta a algunos millennials, porque nadie se puede resistir a una quesadilla de huitlacoche.
El fuerte viento que azota a la ciudad por momentos, parece ser un aliado de las cocineras, pues así se ha "esparcido" el aroma del pozole blanco y rojo, de los atoles de champurrado y de aguacate; del pozolillo michoacano o de la carne de puerco con nopales en salsa de chile moreliano, atrás no se quedan los uchepos de Apatzingán, ya sean naturales y de nata; "con todo esto es inevitable romper la dieta" expresa una joven en broma a sus compañeros que se acercan curiosamente a cada puesto.
Pero para las encargadas de elaborar cada el mole, el aporreadillo, las rajas con requesón, o el pescado blanco empanizado; más que romper dietas conservan una tradición familiar; "no queremos que se pierda lo que saben nuestros padres, nuestros abuelos, porque ya veo que comen pura chatarra en la ciudad, churritos; dejen la coca, si no se van a enfermar", comenta entre risas la cocinera Cayetana Nambo a los asistentes.
El amor con la que se elabora la gastronomía michoacana se ha encargado una vez más de conquistar los paladares de todos aquellos que se animan a probar, muestra de ello es que agradecen con un "muy rico todo, señora".
