Crónica: Una noche de Jazz en Morelia

Gritos y ovaciones en el cierre del Festival Nacional de Jazz UVAQ (Foto: MiMorelia.com)
Gritos y ovaciones en el cierre del Festival Nacional de Jazz UVAQ (Foto: MiMorelia.com)

Por: Héctor Jiménez/@Hectorjjmm

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Es una noche de jazz en Morelia y el público de la sala de niños cantores del Conservatorio de las Rosas lo sabe.

Difícil, describir la rápida ejecución de Mario García en la batería, de Arturo Báez en el contrabajo y Daniel Wong en el piano. Sin embargo, la respuesta del público es uniforme ante esa música que inspiró la frase "si no tienes talento acabas tocando en una banda de rock": se mantienen atentos, interesados.

El público de este concierto de jazz son mujeres en su mayoría de cabello suelto, que un viernes por la noche visten jeans y blusa en vez de vestido. También son chicas universitarias que antes de comenzar la función el evento dicen: "Lo que más me encanta del jazz es la batería, suena bien bonito" y minutos después reciben en compensación el sonido brillante de los platillos que retumban en la sala de cantera.

El lugar del concierto parece un patio devenido en foro musical, dos de sus paredes muestran todavía los escapes de agua de lluvia de la época colonial. Al fondo del escenario se mantiene firme el distintivo del Conservatorio de las Rosas en el que se lee la fecha de su fundación: 1743.

Los asistentes del concierto también son hombres que un viernes por la noche se les ve de camisa, sin saco; al igual que los componentes del Mad Trio que, con camisas desfajadas de color azul, gris y rosa, se disponen a interpretar una pieza llamada: "Polka Miseria".

Uno de los asistentes repite: "Me encanta: 'polka miseria'". Así es el público de este concierto de cierre del Festival Nacional de Jazz UVAQ. Son asistentes que gritan "Wuuuu" o "Yeahh" cuando termina una canción, son mujeres con canas, y también chicas con fallidos tonos rubios. Son hombres mayores vestidos completamente de beige, que se sientan con una pierna cruzada y mueven sus zapatos brogue al ritmo de la música. Algunos llegan tarde, en silencio, y piden en voz baja permiso para ir ocupando los espacios que han quedado vacíos y repartidos en el recinto. Son también una chica con un moño en el cabello que cabecea a la velocidad con la que Daniel Wong toca el piano y que puede ser calificada de "virtuosismo".

Los asistentes además son hombres mayores de canas sujetas en un chongo samurai; son personas que se tocan la barbilla mientras observan la forma visual del solo de contrabajo; son reporteros que al final de su jornada de trabajo todavía siguen con los dedos sobre las pantallas de sus teléfonos inteligentes. Son académicos, ecologistas, alumnos; hombres que se han quedado sin cabello, pero todavía toman de la mano a su esposa mientras disfrutan de un concierto de jazz.

También son una madre y su hija que torpemente graban el concierto con su smartphone con la linterna encendida. Son un trío de jóvenes, dos chicas y un chico vestidos de negro, que llegan tarde al concierto y que se separan para tomar asiento. En realidad son bondadosos con los aplausos. Aplauden después de los solos, al final de las canciones, en las partes que les gustan. Y, con el final de cada pieza, siempre hay uno que grita "Wuuuu" o "Yeah".

Intermedio

La noche de jazz no termina con la clausura del Festival Nacional de Jazz UVAQ que, de acuerdo con sus organizadores, ya figura en el Atlas de Jazz del país. La noche sigue en el bar Amati del Centro Histórico moreliano. Este recinto fue un fracasado bar dedicado al Futbol Club Barcelona y ahora devenido en un firme bar de jazz. En una de sus paredes están los retratos de Nelson Mandela, Martín Luther King, Frida Kahlo, Diego Rivera, José Saramago, Leonardo Davinci, Einstein, Bob Marley y otros más, que no alcanzan a verse por la altitud de las paredes de cantera.

Ubicado entre el Teatro Ocampo y sedes universitarias, entre su clientela se encuentran músicos vestidos casualmente o de traje y que dejan su instrumento a un lado junto a la mesa. Hay que esperar hasta las 11 para que inicie la música. Las mesas se han ocupado en su totalidad. Una luz color azul sobre el diminuto escenario se enciende para llamar a Franco Lugo a la guitarra, Irepan Rojas al contrabajo, Roger Vargas a la batería y Víctor Próspero a la trompeta. De pie bajo esta luz, el trompetista espera para tocar algunas notas de Miles Davis entre las altas paredes de cantera rosa.

Luz azul en el escenario se mezcla con las canteras rosas y los acordes en el Amati (Foto: MiMorelia.com)
Luz azul en el escenario se mezcla con las canteras rosas y los acordes en el Amati (Foto: MiMorelia.com)

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