Cuando iniciamos un negocio nos sentimos emocionados, pues sabemos que estamos cumpliendo un sueño. Nos sentimos nerviosos y expectantes, pues no sabemos cuáles serán los resultados; proyectamos nuestros alcances, creamos nuestro plan de trabajo, conseguimos recursos y preparamos todo para el inicio de nuestra empresa.
Al paso del tiempo vamos observando los resultados, muchas veces nos sorprenden gratamente cuando nuestro negocio ya cuenta con clientes fijos, está dando ganancias e incluso comenzamos a plantearnos la posibilidad de ampliarlo; sin embargo, esto no siempre es así, en algunas ocasiones simplemente el proyecto que tenemos no funciona, y debemos cambiar de rumbo.
Las empresas son entidades en movimiento, vivas; nacen, se desarrollan y mueren; los periodos de éstas etapas pueden variar; hay compañías que tienen 200 años de vida pero ya no son las mismas que cuando se concibieron.
Tener un ciclo de ventas complicado, la falta de liquidez, que nos supere la competencia, cambios en la demanda de los clientes o ser incapaz de ofrecer un producto o servicio que nos demandan, son razones para analizar si conviene bajar definitivamente la cortina.
Otro tema importante y clave para analizar el cierre de una empresa es cuando ya no es posible continuar la operación por razones financieras, éste es un foco rojo que da pie a optar por el cierre de operaciones o por reorientar la dirección del negocio.
El proceso de cierre
Una vez tomada la decisión del cierre, es necesario comenzar con el proceso que muchas veces no se torna sencillo. Dicho proceso comprende las etapas de disolución y, posteriormente, liquidación.
Si hay socios, la primera fase consiste en dar por terminada la suma de voluntades para un fin común que dio origen a la compañía en cuestión. A partir de que los interesados deciden disolver su sociedad, se pueden nombrar encargados de realizar el procedimiento, conocidos como liquidadores.
Que viene después
Luego de tomar la decisión de concluir con tu negocio y realizar las operaciones correspondientes, es recomendable tomar un receso para que las aguas se calmen y entonces poder iniciar a generar una nueva idea o un concepto diferente de negocio. El tiempo depende de cada emprendedor.
Lo más importante: nos resistimos muchas veces a cerrar nuestra empresa porque no somos capaces de afrontar el fracaso; sin embargo, debemos pensar en que si fuimos lo suficientemente perseverantes para emprender, debemos serlo para afrontar el fin de nuestro proyecto. En lo personal, he emprendido varias empresas y no siempre han funcionado, y sigo emprendiendo.
Jesús Melgoza Velázquez
Secretario de Desarrollo Económico de Michoacán
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