Ejercer la crítica

Ejercer la crítica

Criticar, como una actividad orientada a examinar de forma pormenorizada algo y valorar ese algo conforme a las normas que lo gobiernan, así como de acuerdo a los bienes y valores compartidos o reconocibles en la comunidad, es una actividad cotidiana común al humano.

Pero la crítica, como se ha dicho y para ser tal, debe construirse con análisis, con respeto a las normas que gobiernan ese algo que se critica y estar orientada a realizar bienes y valores reconocibles por los interesados implicados, porque de otra manera la crítica es incorrecta, inválida, un sofisma o una falacia.

Así que, si criticar se entiende y se realiza bajo aquellas ideas, la crítica es algo bueno, porque auxilia a construir una imagen más cercana a la verdad de ese algo que es materia de la crítica y sopesarlo de forma más juiciosa, para luego tomar decisiones, ratificar ese algo porque está bien, o en su caso, actuar en pos de algo mejor.

¿Quién no quiere que la crítica impulse a confirmar lo bueno o, eventualmente, al logro de cosas mejores a las que existen?

Ahora, aunque la crítica puede ser discutible por no realizarse de forma metódica, normativa y valorativa, el problema mayor de la crítica parece que no se encuentra en sí misma, sino en quien ejerce y quien recibe la crítica. El problema es de las personas.

La crítica la hace "alguien" y la recibe "otro" alguien a quien se atribuye la conducta, el acto o hecho que es criticado.

Quien realiza la crítica, puede cometer errores involuntarios o claramente intencionales sobre al análisis, la interpretación y/o justificación de las normas, los bienes y valores implicados en la conducta, el acto o hecho criticado.

Del otro lado, de quien recibe la crítica, se resiente porque "supone" que el juicio crítico, le provoca desdoro a su imagen, máxime si la crítica es publicada.

Así que del lado de quien ejerce la crítica, el problema complejo radica en las intenciones de realizar un análisis sesgado y violentando deliberadamente las normas, los bienes y valores que entran en juego, porque eso revela solo un ánimo antropofágico en sentido figurativo.

Del otro lado, el problema radica en la actitud autoritaria o igualmente antropofágica en sentido figurativo de la persona que recibe la crítica, al considerar que su conducta, sus actos o hechos son intachables, lo cual regularmente resulta en replicas de ataques personales a quien realiza el juicio crítico.

Incluso, ese problema de actitud del lado de quien recibe la crítica es posible aunque la crítica sea injusta, pues el talante autoritario o pedantesco de "perfección" auto-asumida se expresa como intolerancia y, como ya se anticipó, eso lleva por lo común a replicar con ataques personales al crítico (Un actuar incorrecto, no justifica otro actuar incorrecto)

En esos casos problemáticos de intención-actitud, la "relación de comunicación" entre las partes no se puede construir debidamente y entonces, da lugar a una disputa irreflexiva, emocional y pasional, con pocos visos de solución razonable, pues una relación de comunicación debe reunir condiciones que la hagan posible como son, entre otras, el orden, la paz, la sinceridad, la libertad, la igualdad, la equidad, la pretensión de justicia, el respeto.

Por desgracia, en muchas relaciones entre dos o más personas y en muchas materias, no hay una relación de comunicación, sino por el contrario disputas, luchas y combates con sesgos totalitarios e intolerantes.

Es desesperanzador que las relaciones de comunicación no se construyan, porque son indispensables para resolver los problemas entre las personas en cualquier campo; pero socialmente es más desalentador que la comunicación no exista en las cuestiones y relaciones políticas y al decir políticas, me refiero a los temas y a las relaciones humanas concernientes a los problemas colectivos o del bien común, no solo a las relaciones entre los políticos en la disputa por el poder público.

Así, una relación política puede darse, por ejemplo, entre un servidor público con un columnista de un diario impreso o en línea, lo mismo que entre políticos, entre periodistas, entre sindicalistas, entre simpatizantes de un partido político, entre ciudadanos en redes sociales o fuera de ellas.

Pero, en la materia política (la que tiene que ver con los problemas colectivos, con el bien común) y en función de su dinámica real y naturaleza no "científica" existe un relajamiento razonable de las condiciones concernientes a la relación de comunicación e incluso con respecto al lenguaje de los participes de la relación.

La razón de ese relajamiento de las condiciones obedece a que si se exigiera un estándar elevado de las condiciones de la relación de comunicación, sería muy difícil cumplirlas en tiempo y espacio y eso iría en demérito de los ciudadanos que están interesados en la deliberación de los problemas políticos, para asumir posturas y ejercer las acciones de su ámbito orientadas a dar una respuesta a esos mismos problemas de interés común.

El ejercicio de la crítica razonable en materia política y en las relaciones políticas correspondientes es bueno, cumpliendo las condiciones razonables que la hacen posible.

El problema en el país -y en muchos otros-, es que al no existir relaciones de comunicación en la política por no darse las condiciones razonables para ello (lo que existe son relaciones de lucha, combate y disputa irrazonable) cualquier crítica de una a otra parte, se hace y/o se asume como deleznable y eso no permite la construcción comunicativa de imágenes reales de los problemas comunes, ni es posible valorar en su justa medida esos problemas, ni orientar respuestas a la realización de bienes y valores de reconocimiento social, para actuar sobre ellos en vista a lograr un mejor estado de cosas.

El ejercicio ordinario de la crítica razonable en las relaciones políticas es un ideal y parece ubicarse en el terreno de las utopías o de las causas pérdidas, al menos en nuestro tiempo y espacio.

Pero lo que sí puede hacerse, es exigir legítimamente a los actores y representantes políticos -tanto si ejercen la crítica, como si la reciben- actitudes más reflexivas y correctas, por una razón a la vez simple y contundente: la materia de su disputa son los problemas de la comunidad, de la sociedad y ellos son patrimonio común, son nuestros problemas.

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