El arzobispo Carlos, presencia de Cristo

El arzobispo Carlos, presencia de Cristo

Por tener poderes divinos, Cristo se hace presente en el obispo, éste con sus sacerdotes es enviado a los pobres, los que tienen hambre, los que lloran.

La llegada de un arzobispo nuevo tiene resonancias poderosas y hondas para la comunidad católica.

Es hora de despertar la fe de los católicos, nueve de cada 10 partes de nuestra sociedad. Hay que despertar la fe en Cristo que se vive en familia, en la gran familia católica, sin excluir a los que se andan yendo con otros grupos.

La gente comenta que añora liderazgos como el de Hidalgo o Morelos o Vasco de Quiroga.

Los católicos somos ciudadanos de dos reinos, el reino de este mundo, del estado en descomposición social. Somos ciudadanos también del Reino de Cristo para vivir la cosmovisión, las virtudes, el amor que se entrega hasta la muerte, la libertad de construir un mundo mejor como lo hizo el único Mesías.

Es necesario vivir el advenimiento de un nuevo pastor y el cambio de gobierno. Hay que sintonizar, estar en la frecuencia de los grandes acontecimientos.

La solemne inauguración de este servicio episcopal tiene lugar el miércoles 18 de enero. El acto multitudinario se celebrará a las 12:00 horas en el Estado Venustiano Carranza.

La invitación es abierta. Previamente, a las 10, hará la profesión de fe en Catedral,

Monseñor Carlos, compañero y amigo, es una persona de gran carisma, tiene el don para acercarse a la gente y crear relaciones cordiales. Es inquieto, abierto a las necesidades pastorales de los distintos grupos y sectores. Mención especial merecen la pastoral familiar y la pastoral de adolescentes.

Vivió una experiencia notable de atención a las víctimas del crimen organizado en la Diócesis de Acapulco.

En la Catedral de la Morelia se han sentado figuras, grandes, sublimes: el egregio Vasco de Quiroga primer obispo de Michoacán, cuando explotaban hasta la muerte a las mayorías indígenas, el abnegado y valiente Clemente de Jesús Munguía, primer arzobispo en los tiempos turbulentos de la reforma, ante la persecución de los gobiernos liberales.

Monseñor Carlos viene en tiempos de miseria espiritual y material, corrupción, impunidad, desigualdad social, de fuertes megatencencias hacia la descomposición social, se sienten pulsiones de muerte.

El dolor de las multitudes de la clase de abajo, lejana de las élites es desgarrador, callado, profundo. Es un rumor que se percibe cuando se pone el oído a la realidad del pueblo humilde.

El país, específicamente el estado, tienen la calma chicha del río. La superficie parece tranquila pero debajo van corrientes fuertes, turbulentas, peligrosas.

El arzobispo en turno tiene una gran energía que le viene de la presencia, imperceptible a los sentidos, del Maestro.

Su figura fue descrita de manera luminosa por el último gran concilio Vaticano II. En la constitución sobre la Iglesia Lumen Gentium, 21 queda establecido: "Así pues, en la persona de los obispos, asistidos de sus sacerdotes, es el Señor Jesucristo, Pontífice Supremo, quien está presente en medio de los creyentes".

Hace un año, el Papa les recordó a los obispos sus desafíos y tareas, fue en la Catedral de México.

En el reino de Cristo que se construye en esta Diócesis, no podemos ignorar la presencia del mal, el misterio de iniquidad que actúa desde las sombras, a través de los hombres.

El Papa señaló una expresión concreta del mal que no podemos tapar:
"Me preocupan tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte a cambio de monedas … por la que los ladrones asaltan y roban".

El Papa se refiere al desamparo de los pobres que nadie defiende de los poderosos y criminales: " En Guadalupe (y en la Iglesia) ya no se busca la abundancia de las cosechas o la fertilidad de la tierra sino que se busca un regazo en el cual los hombres siempre huérfanos y desheredados están en la búsqueda de un resguardo, de un hogar".

Señala un mal silencioso, que se infiltra, invade, como vibraciones que sacuden las bases de la convivencia social. "La irreversible hibridación de la tecnología que hace cercano lo que estaba lejano pero lamentablemente hace distante lo que debería estar cerca".

La figura infinitamente más grande que está detrás del arzobispo Carlos es la de Cristo, Mesías, Señor de la historia, primer constructor del reino. El inaugura su vida pública con la palabra revelada. "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para traer buenas noticias a los pobres (Lucas 4).

A los enviados del Señor los habita una fe, una seguridad que viene del acompañamiento de Cristo que está con ellos.

Tienen un apoyo que no falla, el que les recuerda el Papa Francisco: "Sólo Dios es la realidad sobre la que puede construir, —porque Dios es la realidad fundante— no un Dios sólo pensado o hipotético, sino un Dios de rostro humano".

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