El conflicto entre poderes y el destino de la IV Transformación

El conflicto entre poderes y el destino de la IV Transformación

En la Historia hay días que resumen años.

Sí, lo que estamos viviendo este crucial 2018 es lo más parecido a una revolución pacífica, y las revoluciones siempre condensan o resumen años en unos cuantos días.

AMLO lo ha dicho: la IV Transformación no es un cambio de gobierno, es un cambio de régimen. ¿Qué significa eso? Significa que hay un cambio radical –plantea él– en las prioridades y objetivos del quehacer público. Ahora, después de casi 40 años, importan como prioridad de gobierno los de abajo, los marginados, los que fueron invisibles para los que dirigieron este país hasta el 30 de noviembre de este año.

Todo mundo lo sabe: un cambio así no se hace desde arriba, se hace con las y los de abajo, con los protagonistas, quienes casualmente forman millones y son la mayoría.

Este cambio de régimen no se hace sin afectar intereses, y ya se vio quiénes son los afectados, con el asunto del Aeropuerto de Texcoco y ahora con la drástica reducción de los salarios estratosféricos e inmorales de altos servidores públicos. No se han dado cuenta de la indignación e ira popular que provocan.

Ira cuando se difunden las imágenes de las instalaciones de Los Pinos desmanteladas porque los últimos huéspedes se llevaron todo, incluso las carísimas pinturas y obras de arte pagadas con el erario público.

No se han dado cuenta de la gran indignación que están despertando con los amparos y la defensa legal de lo que es, a todas luces, ilegal, ilegítimo y vergonzante; ¿no les da vergüenza defender esos ingresos cuando más de 60 millones de personas en el país viven en situación de pobreza y no menos de 25 millones de ellos en pobreza extrema?
Y, por otro lado, está el lamentable papel de los partidos –ahora de oposición–, quienes hundieron al país y ahora exigen soluciones inmediatas a los graves problemas que ellos causaron: la entrega de México, el disparo de los precios de los combustibles, la energía eléctrica y la carestía de la vida para las mayorías, la violencia desenfrenada y la extrema concentración de la riqueza generada por todas y todos.

Ahora, los privilegiados invocan, desesperadamente, el supuesto derecho que les asiste para continuar con sus privilegios. La burda maniobra de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de redactarles el amparo a sus socios de los partidos de oposición para mantener sus ingresos los ha exhibido en su impresentable papel de juez y parte.

¿Lograrán avanzar en su estrategia de descarrilamiento de la IV Transformación? Lo más seguro es que se sientan engallados por el papel decisivo que han tenido sus colegas del poder judicial en Brasil, Argentina y Ecuador, en donde han desmantelado los avances sociales logrados en una década de políticas a favor de los más pobres y ahora han logrado hacer regresar el viejo modelo neoliberal con más fuerza que antes.

¿Lo lograrán en México? Es muy difícil que ello ocurra. Después del triunfo de AMLO el 1 de julio, la propia Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) admitió que hubo compra y coacción de votos, así que el 53% reconocido se quedó corto y el apoyo real de AMLO fue de más del 60% del electorado.

Estamos en los primeros rounds de una pelea en la que AMLO es el conductor de la estrategia, pero el boxeador que enfrenta a la derecha es nada menos que el pueblo de México.

AC

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