"Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla".
Frantz Fannon
Hay un ícono de la izquierda, una pintura extraordinaria de Giuseppe Pelliza que muestra una imagen del siglo XX en Europa; en primer plano el paso tranquilo, firme, pausado y decidido de dos hombres y una mujer sosteniendo en brazos a su pequeño hijo, atrás le siguen las y los obreros saliendo de la oscuridad. Es el Cuarto Estado, es la transformación, es el poder social en manos de quienes pueden y deben modificar profundamente las desigualdades presentes y futuras.
En uno de sus discursos más contundentes, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó el domingo 19 de agosto en el Congreso de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que la lucha tiene dos etapas; ya ganamos la primera, falta lo más importante: demostrar que se puede gobernar con el pueblo, con respeto a las libertades y, en paralelo, garantizar a todos el derecho a vivir con bienestar y a ser felices.
Ésta será una transformación pacífica, pero profunda; una transformación ordenada pero radical, porque arrancaremos de raíz el régimen de corrupción y privilegios.
Aquí todos ponen. Las y los diputados locales y federales, senadores, gobernadores, presidentes municipales, empresarios y, virtuosamente, la sociedad activa y actuante, porque la posibilidad de cambiar de raíz el estado de cosas existente pasa por asumir cada quien su responsabilidad, eliminando privilegios, combatiendo la corrupción, transparentando el ejercicio público y la rendición de cuentas porque el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás.
Es el siglo XXI y México tendrá con AMLO, por primera vez, un gobierno de izquierda. La expectativa alcanza a propios y extraños; en el primer plano del escenario público están las y los que encabezarán ese proyecto, los más visibles son aquellos que integrarán el gabinete, pero bajo la lente de la mirada crítica de la sociedad en su conjunto están las y los representantes populares emanados de Morena; toca a ellos mostrar que pueden ejercer su responsabilidad con austeridad, sin ostentosidad, porque transformar no es ejecutar o dar el violín, instrumento que se toma con la izquierda y se toca con la derecha; lo nuestro es auténtico y será distinto, dijo también el presidente electo en su mensaje a Morena.
Este es el país de nosotros, una nación enlutada por la violencia, la pobreza y la exclusión social; un país que no ha sido capaz de garantizar los mínimos de bienestar a más de 50 millones de personas, principalmente mujeres, sus hijas y sus hijos.
El presidente electo ha dado los primeros pasos para alcanzar la justicia social; el paquete presupuestal para el 2019 incluirá: a) duplicar la pensión a las y los adultos mayores y convertir en ley ese derecho que contará con una cobertura universal; b) entregar una beca mensual a un millón de personas con alguna discapacidad, principalmente niños, niñas y adultos mayores; c) abrir 100 universidades públicas para garantizar el derecho universal a la educación pública y gratuita; d) entregar becas escolares en el nivel básico, medio y superior a 10 millones 300 mil alumnos, y e) apoyar a 2 millones 300 mil jóvenes desempleados con una beca de 3,600 pesos mensuales durante un año a cambio de que laboren como aprendices y puedan adquirir experiencia y conocimiento en su campo de formación y otros programas de gran calado en materia de desarrollo económico, agropecuario y turístico.
El presidente electo es ya un ícono de la izquierda, más allá de filias y fobias. Que cada quien, desde su trinchera, asuma la parte que le toca.
AC
