El gobernador de la educación

El gobernador de la educación

El pasado día 23 de enero se firmó el nuevo acuerdo para que la Federación se haga parte de una mayor proporción de la nómina educativa de Michoacán, el primer estado que logra un acuerdo de esta naturaleza y calado en el país.

Este hecho protocolario y al parecer simple, tiene tras de sí muchos meses de intenso trabajo que implicó de oficio y habilidad política al más alto nivel. Una destreza política de ligas mayores.

Desde que el gobernador Silvano Aureoles planteó este acuerdo encontró primero oposición férrea con el gobierno federal anterior de Enrique Peña Nieto, que en primera instancia rechazó la propuesta, y posteriormente comprensión que se convirtió en simpatía por parte del nuevo gobierno conforme fueron avanzando los meses.

No fue un proceso fácil. Se tuvieron que cumplir muchas condiciones impuestas tanto por la SEP como por la SHCP, entre éstas el de revisar escrupulosamente la situación administrativa del sector educativo estatal, escuela por escuela, aula por aula, plaza por plaza.

Una vez satisfechas las condiciones, las cuales también transitaron por el hecho de que el gobierno silvanista cedió la Subsecretaría de Educación Básica a la Federación para que tuviese un mayor margen de inspección, estuvieron dadas las bases para la firma del acuerdo.

¿Qué esperamos como fruto del acuerdo? Primero, que se cancelen los paros, marchas, bloqueo y tomas de calles y edificios públicos a los que, particularmente el ala radical de la CNTE, mucho socorrió durante estas décadas bajo la bandera de que no se les cumplían pagos.

Hoy ya no tendrán ese pretexto. Podrán, seguramente, salir a las calles con otras banderas, porque la movilización es la genética de esta ala radical que les comento, pero ya no por la falta de pagos.

Segundo, que los alumnos de las escuelas afectadas por los paros reciban clases durante ciclos escolares completos. Es brutal saber que hubo lustros en donde llegaron a perderse tantos días de clases, que equivalían a un ciclo escolar.

Tercero, que esto contribuya a impartir y recibir educación de calidad, porque al final del día el acuerdo educativo debe tener su mayor impacto en el derecho de las niñas y niños a tener clases.

Cuarto, que los maestros y trabajadores de la educación reciban a tiempo sus salarios y prestaciones, como es su derecho, al margen de cómo se hayan obtenido en el pasado, lo cual es otra historia.

Quinto, que se restablezcan los acuerdos entre las expresiones sindicales y la autoridad dentro del marco legal y se cancelen y eviten aquellos que se firmen bajo presión y caigan en el terreno de la ilegalidad.

Este acuerdo ha puesto de acuerdo (valga la redundancia), a los actores políticos, sociales y económicos del Estado. Nadie estuvo nunca en contra de avanzar hacia la solución de este problema estructural histórico, aunque nadie lo había logrado.

Aunque muchos han querido adjudicarse el mérito de este acuerdo, hay que reconocer que la tenacidad y perseverancia de Aureoles fueron factores determinantes.

Aún recuerdo cuando, desde el inicio de su administración, el gobernador adelantó que la educación iba a ser uno de los ejes articuladores de su gobierno. Y lo cumplió a carta cabal.

Aún le restan casi dos años a su mandato, pero desde hoy queda ya un gran legado para los michoacanos al haberse resuelto este problema de pagos con el magisterio que, sin duda, podrán proyectar a Aureoles como "el gobernador de la educación", lo que no logró ninguno de sus antecesores.

Que sea para bien.

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