El gobierno soy yo

El gobierno soy yo

En nuestra democracia el pueblo no gobierna ni sabe cómo y quien tiene el poder es el pueblo que lo delega eligiendo servidores públicos.

El título de este diálogo es una paráfrasis de lo que afirmaba Luis XIV, rey de Francia: "El estado soy yo", (L´état c´est moi).

Un crimen de lesa majestad que ha cometido el partido que más ha tenido el poder es no haber educado al pueblo humilde para la democracia. El crimen es de todos los que han gobernado.

Urge que el pueblo de humildes e ignorantes que somos todos o casi, se eduque en participación democrática. Necesitamos ser un pueblo capaz de construir una democracia de progreso y paz.

Nuestros servidores públicos hacen de la gestión pública una carrera incesante hacia el poder y no hemos aprendido a defender nuestros derechos.

Ya debemos dejar de quejarnos de las autoridades y asumir la responsabilidad y la tarea que nos corresponde para buscar el bien común.

Ya comprobamos que la autoridad no ha educado ni le interesa la formación de una democracia madura, crítica que hace avanzar hacia el progreso y bienestar.

Las mini dosis de civismo que se escucha a veces en los medios de comunicación no tiene estructura ni continuidad seria.

Podemos ser autodidactas y madurar como ciudadanos de una democracia libre y soberana.
Es tiempo de empezar hoy, pagando el costo, tal vez sacrificando los partidos de futbol que no sirven y las telenovelas.

Ofrecemos humildemente algunos conceptos que nos ayudan a entender la sociedad política: naturaleza, función, fines.

En la cosmovisión creyente cristiana hay una verdad que le da una solidez a toda prueba a la sociedad humana: la soberanía dimana Dios, como lo reconocía nuestra Constitución liberal de l857.

Dios comparte sus poderes con los hombres "entrega a cada criatura las funciones que es capaz de ejercer de acuerdo con las capacidades de la naturaleza" (n. 383).

"La persona humana es el fundamento y fin de la convivencia política" (Compendio 384). La política debe servir a la persona humana, con todos sus derechos.

De la persona hay que buscar el bien común que es el conjunto de condiciones que hacen posible la realización de su destino definitivo, en su dimensión integral, material y espiritual, temporal y eterna.

El hombre no vive para perpetuarse en el poder, el poder no es el fin último de la vida política. El poder está al servicio de la persona humana. El hombre no vive para los partidos políticos.

Las riquezas materiales son necesarias para que la persona humana alcance su destino definitivo. Están destinadas por el Creador para todos los hombres por igual, la propiedad privada es una invención humana que puede servir a la convivencia social.

De estas verdades sacamos criterios para valorar a los candidatos que pueden cumplir las funciones en la sociedad democrática.

Es necesario madurar como ciudadanos responsables del bien común. Más aún, es necesario renacer, morir al ciudadano irresponsable, flojo, convenenciero que no se quiere molestar. De otra manera nunca saldremos de esta descomposición social, corrupción, estado fallido, hambre, desempleo, estado de sufrimiento.

Que los grandes golpes del crimen, el mal gobierno, miseria de bienes materiales nos sacuda y nos haga reaccionar. ¡Es la hora! Es posible.

Desde muchos puntos de vista, el primer mal, la cabeza de la medusa es el mal gobierno. Es el problema número uno, por ahí debemos comenzar desde mi modesto punto de vista.
Es necesario que nos decidamos a aprender y entrenarnos para vivir como ciudadanos miembros de una auténtica democracia. He ofrecido estos puntos de referencia.

Eduquemos, encontraremos más información en muchas partes. Para los que tienen el privilegio de vivir la fe católica, la Biblia ofrece una sabiduría milenaria sobre la conducción del pueblo. La reflexión se ha hecho actual en la historia de los pueblos, hay obras que son verdaderas fortalezas como el Catecismo de la Iglesia católica y el Compendio de Doctrina Social de la iglesia.

Muy importante es educar la voluntad para salir del egoísmo y las posiciones demasiado cómodas y sacrificarse por ese tesoro tan caro que es el bien común.

No podemos vivir como autómatas ni como borregos que los líderes manipulan y hacen como quieren a cambio de una limosna tomada del dinero de los ciudadanos.

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