El honor pisoteado del mexicano

El honor pisoteado del mexicano

El honor es para la persona un valor altísimo, por encima del dinero, la fama y los bienes materiales.

El hombre necesita el sentido del honor para vivir y para triunfar. Hay ejemplos muy brillantes en la historia. Entre nosotros es notable el caudillo de la revolución Emiliano Zapata. El tenía como divisa: "es mejor morir de pie que vivir arrodillado. Algunos héroes por salvaguardar el honor de la patria han ofrecido su vida. Es el caso de uno de   los niños héroes que se envolvió en la bandera y se arrojó para que no fuera mancillado el honor de la patria. Fueron tiempos de altos valores y actitudes heroicas. Ahora es dolorosa la humillación que puso a México de rodillas ante Trump para evitar los aranceles.

La historia de los pueblos europeos o mestizos es una larga historia de humillaciones.

Es una bofetada para el pobre su situación precaria y triste: sin dinero ni porvenir, sin los medios para superarse. Se mata el sentido del honor.

Es el sentido de la propia dignidad, del propio precio por el que el individuo siente que merece consideración, estima, respecto.

Hemos perdido una jerarquía de valores y andamos de cabeza. Ignoramos que la persona humana es el valor supremo, el centro de la vida republicana y merece todo honor.

Su precio no tiene límite porque es imagen del Dios altísimo que merece el honor y la gloria.

Toda persona, la más abyecta y miserable a los ojos de los hombres tiene un honor que los demás deben respetar intacto, absolutamente.

El gobierno está al servicio de la persona humana y su primera tarea es velar por su dignidad, y no por la sed de poder de su jefe o por los intereses mezquinos de la mayoría. Eso vale más que los programas y las inversiones millonarias y las reformas para concentrar el poder. El gobierno, en primer lugar, debe ocuparse del más humilde de los mexicanos con absoluto respeto.

La política no entiende con frecuencia de altos valores, se deja guiar por intereses mezquinos, por conveniencias.

La política ha cambiado el sentido del honor por el oportunismo. Es una vergüenza que haya políticos que saltan de un partido a otro sólo porque saben que va a ganar y les interesa el puesto y el dinero. Han ganado todo pero han perdido lo más precioso, el honor.

En esta dinámica, como se ha pisoteado el honor de los mexicanos, cuando abusan de su pobreza, ignorancia, candor, buena voluntad. Como se les manipula se les engaña, se compran al pobre por una despensa, por unos cuantos pesos.

¿Quién defiende a los millones de mexicanos humildes que son burlados y utilizados por los líderes?

Si queremos un México donde reine el respeto a la dignidad personal necesitamos ocuparnos de las multitudes de mexicanos indefensos ante partidos y líderes maquiavélicos o diabólicos.

¿Quién se acerca al más pequeño de ellos en su postración para mirarlo a los ojos, levantarlo de la mano y devolverle el sentido de su dignidad?

Debemos devolverle el sentimiento de que es más que príncipe, es imagen de Dios, su hijo.

Cuando el mexicano despierte a su propia dignidad y se ponga de pie, será constructor de un México sin corrupción, sin desigualdad social, sin elites malvadas y aprovechadas.

México será grande cuando cada mexicano sea consciente de su propia grandeza.

Quien ha despertado y entiende esto es enviado a despertar a cada mexicano para que no los "envuelvan" con expresiones populistas: el pueblo sabio, el pueblo bueno el pueblo sumiso que levanta las mano y dice lo que el líder quiere.

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