El 18 de diciembre de 2019, previa deliberación en la Cámara de Representantes del vecino país norteño, se ha votado a favor de la acusación en juicio político contra Donald John Trump, presidente de los Estados Unidos de América.
El debate fue público y se pudo seguir en tiempo real en la propia página de internet de la Cámara de Representantes del Congreso del país boreal.
Las deliberaciones parlamentarias entre los demócratas -en pro del juicio político- y los republicanos -en sentido negativo al juicio político- han dejado una cauda de frases relevantes, entre las cuales se tienen las siguientes: "No tienen nada" (Devin Nunes); "el presidente ha demostrado un patrón de comportamiento corrupto" (Lauren Underwood); "asquerosa farsa de juicio político" (Lee Zeldin); "el grave abuso de poder del Presidente Trump no nos deja otra opción" (David E. Price)
El presidente del país vecino, fiel a su estilo, terció en el debate a través de tuits que de forma progresiva fueron más agresivos o enérgicos; pero sin que fuera inusualmente copioso y sin que el tema monopolizara su actividad del día en twitter.
El voto favorable sobre la acusación contra Trump, sin embargo, no significa su destitución, sino solo que habrá juicio político contra él en la Cámara de Senadores, sobre la base de la acusación votada por la Cámara de Representantes.
Incluso, parece poco probable que en su momento se vote la destitución del presidente Trump, pues el Partido Republicano (origen partidario del presidente) tiene el control del Senado de la República de aquel país y todo parece indicar que el Partido Republicano votará en bloque en contra de la destitución, a menos, claro está, de que las circunstancias cambien y se encuentren políticamente forzados a votar por la destitución.
En ese contexto, bien conocido por el Partido Demócrata, parece que la acusación y el juicio político tiene una pretensión esencialmente electoral, consistente en que se disminuya la intención de voto favorable a Trump en la campaña presidencial de 2020.
Con independencia de lo anterior es interesante revisar la resolución parlamentaria de acusación que fue votada en contra de Trump en la Cámara de Representantes.
La resolución que contiene la acusación aprobada por la Cámara de Representantes en contra de Trump, parte de las premisa básicas siguientes:
Aunque los Estados Unidos de América y su gobierno, en concepto propio, no son un modelo de democracia a seguir a pie juntillas, porque ese tipo de democracia regularmente y en última instancia solo se predica de forma más o menos regular en su ámbito doméstico y no en el contexto externo o internacional (Las históricas invasiones, guerras injustas, comercio ilegítimo de armas de todo tipo, apropiación ilegítima de recursos de otros países, la intervención abierta o encubierta en el gobierno de otras naciones, los compromisos rotos en materia de medio ambiente, el incumplimiento de resoluciones de tribunales y organismos internacionales, la protección y subvención arancelaria a sus propios agentes económicos, entre una larga lista de aspectos críticos, mucho tienen que decir sobre un comportamiento autoritario y claramente corrupto) no obstante ello, en casos como el presente y aunque se encuentre inspirado en un fin utilitario por más justificado que sea, se debe rescatar el valor esencial que se atribuye a su orden constitucional, a sus leyes, a la regularidad del comportamiento de sus servidores públicos y a las reglas del juego democrático.
En el fondo, por lo que acusa y cuestiona a Trump, es que abuse de su poder presidencial y de sus competencias, para obtener ventajas políticas gremiales de partido y personales (ojo, no se le acusa porque solo presione ilegítimamente a un país como Ucrania, sino que se le acusa porque lo hace en provecho propio) lesionando el orden constitucional, las leyes y la democracia.
Y es el celo eventual que los coloquialmente llamados gringos tienen sobre su constitución y su democracia, lo que llama la atención, pues en México, un día sí y otro también, los presidentes de la república han vulnerado y vulneran normas constitucionales y nuestro sistema político en aquello que pueda tener de democrático.
Si ese esmero gringo por proteger la Constitución y la democracia fuera al menos equivalente en nuestro país, más allá de los tres juicios políticos que han tenido curso en los Estados Unidos de América, en México, difícilmente un presidente de la república terminaría el periodo de su mandato o brindaría incentivos para un comportamiento regular.
México no son los Estados Unidos de América y los Estados Unidos de América no son México; pero ojalá que México por convencimiento propio sea un México celoso de los bienes y valores constitucionales y por una buena democracia, y claro que es posible.
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