El Presidente discursivo

El Presidente discursivo

El presidente de la República un día sí y otro también, comparece ante un auditorio universal (entendiendo que es universal, porque está abierto a todo aquel ser humano que lo quiera escuchar vía la internet) y esto lo hace señalada, pero no únicamente a través de sus "conferencias mañaneras".

El presidente, cada mañana emite un mensaje que él ha elegido y lo comunica oralmente en la forma en que él lo ha preferido, a veces solo, a veces acompañado de servidores públicos subalternos sentados de una manera que los muestra como desnudos y vulnerables ante quien los ve y que a veces solo ejercen un papel testimonial, pues eventualmente ni siquiera llegan a hablar.

La etapa que sigue en las "conferencias mañaneras" comprende las preguntas que los representantes de medios de comunicación de manera libre, abierta y de viva voz, dirigen al Presidente y que él responde de igual manera con libertad, aunque se debe reconocer que esta fase de preguntas-respuestas, no llega a convertirse en una interacción dinámica discursiva entre el presidente y los medios de comunicación representados, pues casi siempre se limita a la pregunta y la respuesta, por vez.

El ejercicio de comunicación diario a veces dura algunos pocos minutos y en otros casos se extiende a varias horas, conforme a los tiempos y porque no decirlo, según la perspectiva personal del presidente.

De acuerdo a los datos que arrojan las empresas dedicadas a la investigación de la opinión pública, al día de hoy las "conferencias mañaneras" se han convertido en un ejercicio de comunicación exitoso, por el gran número de personas que las escucha, porque las mismas conferencias se han convertido en una herramienta de información para la gente y porque muchos de los escuchas atribuyen a lo que ahí se dice, en especial por el presidente, un valor de verdad.

Las "conferencias mañaneras", hasta este momento, me parece que también se han transformado en una herramienta discursiva/justificativa del quehacer del gobierno y del propio actuar del Presidente, de modo que el presidente y su gobierno, gozan de aceptación general.

Los críticos del gobierno y del presidente, en especial aquellos que guardan propósitos no muy claros o definidamente turbios, acusan al presidente de cosas tan absurdas como que el Presidente "quema" las noticias, porque un día comunica un tema importante y en el mismo momento o al día siguiente, presenta otro tema importante que atenúa o desplaza al anterior; o bien, cuestionan de manera directa el abuso de la palestra, los sesgos comunicativos y un rosario de críticas.

Pero el presidente, tanto porque es un presidente discursivo, esto es, un presidente que gusta de discurrir, de reflexionar y de comunicar; como también por la utilidad que le reditúan las "conferencias mañaneras" no renunciará a ellas, mientras su gusto y utilidad no cambien.

Allende lo anterior, sin embargo, es interesante presentar algunos aspectos importantes del discurso del presidente en las "conferencias mañaneras": uno, es que el presidente goza de credibilidad para la mayoría de la población (esto se llama "ethos") y esto, no sobra decirlo, es tanto por su devenir propio, porque la gente lo juzga "sincero", como por la valoración que la gente hace de sus oponentes a quienes regularmente califica de manera negativa; otra cuestión relevante es que el presidente, tanto por sus facultades jurídicas como políticas, goza del valiosísimo poder de agenda, esto es, de emitir mensajes, de elegir el tema de los mensajes y la forma en cómo presentar los mensajes, con lo cual la deliberación política se ubica en esos mensajes y todos los actores sociales interesados, más por una mal entendida utilidad que por necesidad, participan de la disputa; otra arista por demás de interés, es que el presidente tiene un poder dominante en la arena política discursiva del país, esto es, que su poder es casi anulante "ex ante" de la postura discursiva de sus contrincantes; y finalmente, hay que destacar que Presidente es consciente del poder de las redes, las cuales llevan su mensaje a todo lugar, con lo cual, incluso, "gana adeptos" de distinta nacionalidad.

En ese terreno, el presidente tiene las de ganar, aunque a veces cuando se le pregunte sobre un tema no responda, responda sobre otras cosas, responda con un lenguaje corporal ("lo que diga mi dedito") o no interactúe en la deliberación.

Quien pretenda establecer una relación discursiva crítica en pie de igualdad con el presidente, debe ser consciente que para ello debe de ostentar una credibilidad, un poder de agenda, un perfil no dominable y el acceso a las redes como el Presidente, lo cual supone un largo proceso de construcción de esas "virtudes" que para la gran mayoría no están al alcance.

Un discurso razonablemente legítimo y crítico no igual al del presidente, es difícil en las condiciones actuales, pero no por ello carece de utilidad; por el contrario, es muy útil, porque un discurso crítico razonable sobre el actuar del presidente y de su gobierno, en un marco de interacción discursiva, ayuda a que venzan las mejores razones y se llegue a mejores decisiones, a un mejor actuar y a un revaluado estado de cosas que a todos nos beneficiaría.

Quizá valdría la pena comenzar con no ubicarse tanto en los temas discursivos del presidente y de su gobierno, sino en sus actos y hechos, para compartirlos o rebatirlos con razones que, si son razonablemente rebatibles, así lo entenderá la población.

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