El que no arriesga no gana

El que no arriesga no gana

En el mundo de los negocios existe una frase que induce a tomar decisiones que nos lleven a diferentes resultados: "el que no arriesga no gana". Esta máxima no aplica solamente para aquellos que dirigen una empresa, sino que puede ayudarnos a mejorar en todas las áreas de nuestra vida.

Tomar riesgos es sinónimo de emprender, ya sea iniciar un negocio, una relación de pareja o una profesión. Esta es la clave para salir de la llamada "zona de confort", efecto que es conocido en la Psicología como el estado mental que no permite el crecimiento personal debido a que el individuo lleva una forma de vida que no le implica retos.

Aunque la zona de confort pueda parecer agradable, ya que nos permite vivir cómodamente con lo que ya tenemos, no es un lugar suficientemente estimulante y a la larga no salir de ella puede hacer que nos sintamos vacíos o que no hacemos lo que realmente queremos en la vida, lo que puede llegar a generar un estado de depresión.

En el caso de los emprendedores que buscan iniciar un negocio, dejar de recibir un sueldo fijo, sacrificar el dinero propio, estimar el interés que otros tendrán por los productos, confiar en los colaboradores, invertir tiempo, son algunos de los "riesgos" que hay que tomar al desarrollar una idea de negocio, y eso implica dejar la zona de confort.

Existen muchas historias de éxito de empresarios que dejaron todo lo que tenían por seguir su sueño. Les comparto una que ejemplifica a la perfección el tema que hoy platicamos. Una vez un sabio paseaba por un bosque con su discípulo, cuando vio una choza y decidió hacer una visita al lugar. Llegando constató la pobreza en la que vivía la familia.

El sabio le preguntó al padre de familia cómo sobrevivían en ese lugar donde no había trabajo ni posibilidades de comercio. El señor le respondió que tenían una vaca que daba varios litros de leche diariamente. Una parte del producto la vendían o cambiaban por alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producían queso para su consumo.

Al salir de la humilde casa el maestro pidió a su discípulo que buscara la vaca y la empujara por el barranco. El joven respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia. El maestro permaneció en silencio y el discípulo fue a cumplir la orden. Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante mucho tiempo.

Agobiado por la culpa regresó a aquel lugar. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa, un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir.

Al llegar preguntó por la familia que vivía en el lugar, y un señor le respondió que ahí seguían. Al preguntarle al dueño de la vaca cómo hizo para mejorar y cambiar de vida, éste entusiasmado le respondió: "nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora".

Hay momentos en nuestra vida en que debemos tirar la vaca por el barranco y descubrir nuestras habilidades para conseguir el éxito: emprender puede ser la clave.

Lo más importante: al salir de la zona de confort aprendemos a ser más fuertes como persona y como profesional, más creativo, ganar autoconfianza, conocer nuevas personas y experiencias. Conocer tus límites y superarlos es parte de moverte de la comodidad. Inténtalo y cuéntame cómo te va.

Jesús Melgoza Velázquez

Secretario de Desarrollo Económico de Michoacán

Facebook: @JesusMelgozaV

Twitter: @jesus_melgozav

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