Es hora de despertar

Es hora de despertar

Ante la violencia y la impunidad tenemos una insensibilidad, sopor, enajenamiento invencibles. ¿Quién podrá despertarnos cuando aún es tiempo?.

Es hora de despertar, Una urgencia del momento es despertar del sopor, de la inconciencia y caigamos en la cuenta de la gravedad de la situación.
Es hora de tomar medidas para evitar desgracias mayores como sucedió en Argelia.
Cita.

Asumir la realidad terrible como es y no negarla, ni acomodarla según intereses bastardos. No pintar mundos en la fantasía, no vivir en la realidad político virtual.

Sabemos lo que está pasando en la realidad. La información permea la sociedad como la humedad la pared. Somos testigos de los asesinatos, el dolor y el luto, el miedo de las familias, el llanto y el grito de dolor que recorren a la tierra.

Pero a muchos los encuentra adormilados, con la mente embotada. ¿Qué les impide percibir la realidad, sentir con alma humana, encontrar las causas y prever las consecuencias?

Hemos perdido la sensibilidad espiritual y moral, por tantos distractores, por la distracción y la diversión. Estamos prisioneros en nuestro mundito egoísta y nos importa el bien común y la suerte de los demás.

La evasión de la realidad es un mal de todos. Se evaden de la realidad los políticos, que no pisan la tierra sino planean en otro mundo. Es la realidad del discurso oficial que pretenden imponer a los ciudadanos.

Los ciudadanos se han deseducado, han aprendido a vivir sin poner los pies en la realidad, han aprendido a vivir en la superficialidad, percibir la realidad, a vivir en un mundo de engaño.

Cuando la barca se hunde, cómo hacer que los zombis, los sonámbulos, los esquizofrénicos reanuden el contacto con la realidad?

¿Quién va a volver a los hombres a la realidad? Se necesitan personas visionarias, profetas que despierten a la gente.

¿Cuál va a ser el choque, el cataclismo, suficientemente fuerte para despertar del sueño invencible, inducido por los poderosos que prefieren mantener a la gente sedada?

El mal parece no tener remedio, el sueño pesado como una noche de hielo, inexorable el paso yla seducción de la muerte.

La población espera con angustia la sacudida, toque de clarín o de las sirenas, la alarma ensordecedora.

Sobre la espesa tiniebla que envuelve el Estado y mucho más allá surge una luz inesperada, sutil que sólo captan los iniciados, los que tienen el precioso regalo de una fe viva n Cristo. Es una clarividencia, recuerdan los creyentes de Cristo que hay una presencia, energía, lógica que está en este mundo pero que no es de este mundo. Es la presencia del Señor de la historia.

Las situaciones que parecen imposibles para los hombres, no lo son para Dios.

Sólo que Dios no suplanta a los hombres, no los hace a un lado, hace pasar por sus manos la solución. Pero antes puso en ellos un poder infinito de hacer nuevas todas las cosas.

Los católicos saben una verdad que crispa a los demás: hay que acercarse a Dios: orar mucho, dialogar con él hasta encontrar su grandeza y apoyarse en él, en su fuerza todopoderosa.

Un héroe católico Lech Walesa exclamaba en el Centro de Convenciones de Morelia refiriéndose a su victoria sobre el comunismo, dictadura corrupta, mentirosa: "ganamos una revolución sin disparar un solo tiro".

La salida de la descomposición social pasa por la conversión moral y espiritual de cada hombre. Cada ciudadano la fuerza todopoderosa para cambiarse a sí mismo. Puede empezar ya. Siempre hay que ir en alianza con Dios.

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