Guerra en Siria contada por niña que adora los libros y ama las estrellas

Tenía temor por los constantes bombardeos (Foto: @EditionsFayard)
Tenía temor por los constantes bombardeos (Foto: @EditionsFayard)

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com/Redacción).- A los ocho años de edad, Myriam Rawick supo lo que era una guerra. La padeció porque creció en Alepo, una ciudad Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco y la mayor del castigado país de Siria.

Su barrio, Jabal Sayde, ya no existe, señala la hoy adolescente de 13 años quien a través de El diario de Myriam, narra sus vivencias y las de su familia al verse obligados a huir de la casa y refugiarse en su propia ciudad.

De un edén, Alepo pasó a convertirse en un infierno, recuerda esta chica de una familia cristiana modesta y de origen armenio. Su vida cambió un día de noviembre de 2011, con las primeras protestas contra el régimen sirio, que devino en la represión, los bombardeos. Una pesadilla que plasmó en su libreta y abarca desde ese año hasta diciembre de 2016.

La idea surgió porque su mamá le propuso escribir un diario sobre todo lo acontecido, sus vivencias de la guerra. "Me decía que un día lo releería y recordaría todo lo que ocurrió", expresa a la AFP de Francia.

A finales del año pasado, el periodista francés Philippe Lobjois, corresponsal de guerra, escuchó hablar del diario de la pequeña, unas 50 páginas escritas en árabe. Lo redactó y fue traducido al francés. Recién lo publicó la editorial Fayard. Por ahora sólo está disponible en ese idioma.

Desde escasez de agua y alimentos hasta enfrentamientos y misiles fueron parte cotidiana de la vida de Myriam en su patria, por las batallas entre fuerzas del gobierno, grupos rebeldes, y los combatientes yihadistas. "No puedo conciliar el sueño", escribe en 2012. El ambiente bélico lo impide.

Pero faltaba lo peor. Un día de marzo de 2013, rebeldes islamistas vestidos de negro obligaron a la familia a dejar su hogar

"Me desperté por la mañana, escuché el ruido de objetos que estaban siendo arrojados, gente que gritaba 'Alá Akbar' (Dios es grande, en árabe). Sentí mucho miedo, tenía ganas de vomitar. Abracé muy fuerte a mi muñeca, le decía 'no tengas miedo, no tengas miedo, estoy contigo'", recuerda.

"Me apresuré para guardar mis libros en mi mochila, adoro los libros, no podía abandonarlos. Me puse dos chaquetas, una encima de la otra, para protegerme de las balas perdidas. En la calle vi a un hombre barbudo, vestido de negro, con un arma en la mano, tenía mucho miedo. Caminamos mucho hasta llegar a un barrio más seguro", apunta.

La familia se refugió en Alepo-Oeste con una vecina. Su temor, los constantes bombardeos. Ni el azúcar que le daban para ayudarle a "pasar el miedo" lo superaba. "Yo no veía ninguna diferencia", señala tras comer el endulzante que les daban con ese propósito.

Una noche, poco antes de acostarse, vio el cielo rojo y escuchó un ruido ensordecedor. La causa, un misil cayó en la calle aledaña. Ella dormía en un colchón instalado frente a una ventana. "Tenía mucho miedo, tenía miedo de la ventana, de los fragmentos de vidrio. No quería quedarme desfigurada", subraya.

Hasta mucho después regresó a Jabal Sayde. Diciembre de 2016, cuando los últimos rebeldes islamistas se rindieron y evacuaron la zona. Myriam ya no encontró nada igual, su barrio desapareció, sólo quedó un montón de escombros. "Se robaron mi casa", lamenta.

"Era como si mi corazón volviera a latir, recordaba todos los momentos que viví ahí. Había como un perfume de felicidad pasada. Pero no regresaría a vivir ahí", comenta.

Por ahora continúa con su diario, pues "no quiero olvidar lo que estoy viviendo ahora", sostiene.

A sus 13 años, y pese a saber lo que es redactar, Myriam Rawick no sueña con dedicarse a escribir. Más bien le apasiona la astronomía y eso quiere estudiar "porque ama las estrellas".

Siria es un país azotado por la guerra. Intervienen potencias como Estados Unidos y Rusia, al igual que el grupo extremista del Estado Islámico e Irak. Un conflicto que crece con los años y entre sus víctimas, están los niños, como Myriam.

amm

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