Hablar del amor, sus normas y la patria

Hablar del amor, sus normas y la patria

Hablar del amor, como quiera que usted entienda al amor, es hablar de la medula de las acciones fundamentales del ser humano, porque el amor es "le grand moteur" o el combustible de lo trascendente que las personas hacemos (por supuesto, las pasiones también son un gran motor, pero el amor es más hondo).

Al decir lo anterior, pienso por ejemplo, que para los cristianos Jesucristo es causa y fin de gran parte de sus acciones; pero pienso también que para los padres (como es mi caso) los hijos son en sí mismos razón suficiente para realizar muchos sacrificios a su favor, aunque estos sacrificios no sean placenteros ni siquiera para ellos; asimismo, el amor por la pareja, por la madre o los hermanos son un "leitmotiv" del hacer, en fin, es claro que quien ama, si ama de verdad, es capaz de entregar en ciertos casos su vida, metafórica y eventualmente de manera literal a favor de aquella(s) persona(s) o cosa(s) que se ama(n).

Me parece que así de importante es el amor y que la idea anterior llevada al extremo, impulsa a decir que el amor es en gran medida un sentimiento irreflexivo, sin atadura alguna, casi a un extremo de locura insana, en la cual solo importa la relación del amor: aquel que ama y aquella persona o cosa a quien se ama, nada más.

Sin embargo, las personas somos también una manera especial de ser y una historia biológica, psíquica, social, cultural…esto es, un ser y una historia que mucho tiene de singular y mucho de colectiva, un amasijo de todas las cosas.

Las personas, según sea nuestro ser y nuestra historia individual y colectiva, es que experimentamos, aprendemos y realizamos el amor; el amor es lo que es a partir de cada uno o de cada una.

Quizá esto permita comprender que una persona a veces puede entender y realizar el amor como le plazca o que al menos quiera hacerlo así; pero también es claro que el amor tiene una suerte de normas, las cuales de una manera casi imperceptible se van tejiendo en el seno de la colectividad (o de las colectividades de las cuales forma parte la persona) y que cada persona asume de manera propia en un contexto determinado.

Pero el amor, hay que decirlo, presenta complejidades mayores y menores de carácter eminentemente práctico, como cualquier cosa en la vida. El amor es "problemático"
Hay que pensar, por ejemplo, en que una persona "A" ama a una persona "B" pero que la persona "B" sólo quiere pero no ama de la misma manera a la persona "A" ¿El hecho de que "A" ame a "B" es razón suficiente para que la persona "B" esté obligada a amar a la persona "A"? Claro que la respuesta es sencilla: "B" no se encuentra "obligada" y la razón radica en esencia en que las personas somos, por definición, libres e imperfectas, en lo cual existe de manera clara un consenso en el seno de la colectividad.

El caso anterior es nítido, pero existen muchos otros en los cuales la penumbra cobija la cuestión, sea por lo que hace a la naturaleza del amor (para unas personas, por ejemplo, el amor es sacrificio, para otras comodidad) por lo que toca a los medios y objetos con los cuales se expresa el amor (para unas personas, el amor se expresa en cosas espirituales, para otras en cosas materiales; así, alguien regalará un poema, otro pedirá como muestra de amor un coche o un celular) o bien, es poco claro en función de qué elementos o qué externalidades gravitan en el propio amor (las consecuencias más allá de las personas implicadas de manera directa en la relación).

En los casos problemáticos del amor derivados de lo anterior, las soluciones (más que las respuestas) no son tan claras y al hablar de estos temas, naturalmente no lo hago desde una perspectiva de la psicología, la psiquiatría, la lógica o la sociología, sino desde el ángulo de la argumentación, esto es, desde el mundo de la justificación general frente a los problemas prácticos del "amor".

Ni puedo ni quiero abordar los problemas profundos de la mente, de razonamiento, de vida humana objetivada o cualesquiera otros, en torno a las complejidades prácticas del amor, sólo el aspecto discursivo y sólo un aspecto de él.

Desde ese filo, lo que quiero destacar es que las personas implicadas en problemas prácticos en una relación de "amor" deben ser conscientes que argumentativamente, todo problema pide y exige una respuesta en vistas de solucionar el problema, pero que las respuestas que cada persona ofrezca deben pretender ser justificadas y solucionar el problema.

Esto es, las personas deben estimar con sinceridad que quieren resolver el problema y actuar en consecuencia, no manipular o pretender manipular a las otras personas o terceros para obtener un fin "personal" o mezquino.

Por otra parte, las personas deben considerar que, aunque el amor es un tema esencialmente emocional, de sentimientos, el amor mismo y el diálogo sobre el amor de cara a la resolución de sus problemas prácticos, se encuentra en lo general ordenado por un conjunto de normas no institucionales más o menos razonables, algunas convenidas por los propios interesados, otras que tienen su fuente en la colectividad y que de algún modo se "imponen" para un cumplimiento "debido" (no obligatorio).

Así, por ejemplo, esas normas nos dicen que el amor no siempre es hacer lo que la otra persona dice; que el amor no siempre es sacrificio; que la mejor solución en los problemas del amor es aquella que las partes acuerden con el menor daño, etc., pero esencialmente, esas normas nos dicen que solo las personas directamente involucradas en el tema deben participar en el diálogo sobre el problema del amor de que se trate; que en el diálogo no debe existir violencia (física o moral); que el lenguaje ha de ser adecuado (sin ofensas, sin argumentos lesivos dirigidos a la persona como tal); que las personas deben ser tolerantes, igualitarias; que a veces es bueno permitir que alguien adecuado externe una opinión en torno a los problemas prácticos del amor, pero no que se convierta en un participe directo y sustitutivo en el dialogo, que el diálogo es bueno, pero no debe ser infinito.

Hablar del amor y de las normas para hablar del amor, en especial frente a sus problemas, es en gran medida un tema de emociones y de sentimientos, (y lo que sigue puede constituir una conclusión de varias frente al tema que es inagotable y que aquí solo se ve de manera muy tangencial) y también un tema de la razón, pues es claro que el amor apela a lo razonable en su construcción del amor y en la creación de repuestas a los problemas prácticos del mismo, pues de otra manera, solo se apostaría en gran medida a la destrucción, a la incorrección eterna y la vida no es posible de ese modo, sería un caos.

En suma, el amor no es solo corazón, es también razón, y cuando se habla de él, de sus problemas, cuando se argumenta sobre las posturas de cada persona en torno a él y sobre sus conflictos prácticos, es válido reír, llorar, pero también pensar, reflexionar y actuar conforme a normas razonables.

El amor es un punto de fuga
Que siempre torna al pecho
Con luces del pensamiento
En rimas de lucidez desnuda,
Y ritmo de normas y deseos.

Casi para finalizar, en este mes patrio, vale la pena recordar que hombres y mujeres que hoy vitoreamos (Morelos, Hidalgo, Guerrero, Josefa Ortiz de Domínguez, por citar unos pocos) amaron a la patria y entregaron su vida por ella, para que hoy la disfrutemos en lo bueno que ella tiene (Lo bueno que la patria que, por seguro no está en muchos de los políticos que solo la aman en los discursos y la traicionan en lo "oscurito").

Y finalmente, la gran pregunta es, para todas aquellas personas que nos decimos mexicanos, mexicanas y que amamos a la patria ¿qué hacemos por ella? ¿qué haremos por ella?

La patria es la gran madre y el padre,
El dulce beso y la palabra correctora,
Las entrañas fecundadas por las horas
Del pasado, el presente y los afanes,
Que decimos amar en discursos y loas.

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