“Hasta que la boda nos separe”, otra mala película mexicana

(Foto: Cortesía)
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Morelia, Michoacán (MiMorelia.com/RED 113).- En la reciente tanda de estrenos cinematográficos, se coló como ya es costumbre una cinta de producción mexicana, en esta ocasión fue "Hasta que la boda nos separe", cinta producida por Lemon Studios y dirigida Santiago Limón, con una historia interesante que terminó mal ejecutada y reta toda lógica posible de los espectadores.

La película es filmada en estilo falso documental, es decir que uno de los personajes está grabando todo lo que acontece en la historia, en este caso es uno de los hermanos de Daniel (interpretado por Gustavo Egelhaag), un escritor que está apunto de contraer matrimonio con Maria (Diana Bovio) después de muchos años de noviazgo, el hecho de casarse les causa bastante choque cuando deciden planear la boda de sus sueños.

María desea tener una boda a la orilla de la playa con temática de "sirenas" como lo había soñado, pero el padre de ella ( quien es el que va a financiar la fiesta)quiere realizar un evento más tradicional y a su gusto, lo que genera que Daniel se vea presionado para cumplir el sueño de su prometida y por azares del destino que tengan que realizar dos bodas el mismo día.

Aunque la premisa suena muy simple, podría haber funcionado por la narrativa que daba la sensación a los espectadores de que verían un video de bodas, donde se relatan los preparativos, historias de la relación y como todos los personajes disfrutaron del evento; sin embargo, por situaciones que rayan en lo absurdo e inverosímil esta estructura narrativa se hunde como un barco.

En primer lugar, pintan a la familia de Daniel como un grupo de personas de origen humilde que rallan en la vulgaridad, cayendo en chistes como el hermano que salió de la cárcel, los primos que tuvieron relaciones entre ellos e incluso ignorancia sobre temas importantes de México, mientras que la familia de María es de clase media, con tintes a fingir una vida que no tienen un padre que aspira a ser presidente municipal de Acapulco.

Aunque los primeros chistes sobre las clases sociales llegan a ser efectivos, conforme avanza la película dejan de ser del agrado del público y presentan situaciones que llegan a
retar a la inteligencia del espectador, tal es el caso de una chica que dice ser italiana por el
simple hecho de imitar el acento, un tío borracho que termina robándose una estatua y un organizador de bodas (interpretado por Roberto Palazuelos) que parodia a todos los mirreyes.

Las situaciones que ocurren en la boda son llevadas al absurdo e incluso aparece el conductor Adal Ramones interpretándose asimismo, con pobres resultados y chistes malos sobre su trayectoria o hechos de su vida.

ZM

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