Jefes sin moral ni dignidad

Jefes sin moral ni dignidad

Una vida de paz y progreso se funda en un código de ética. Los jefes que actúan sobre eso llevan al caos y la muerte.

Los valores se diluyen y se corrompen, vivimos en sociedades líquidas y putrefactas. Sin un cambio fundamental y total que levante al hombre y lo purifique, asistimos a la descomposición social.

Los gobernantes tienen moral de corridos mexicanos "y mi palabra es la ley". Tiene la soberbia de Satán, se creen diosecillos y en su enajenación pretenden definir el bien y el mal.

Son autoritarios actúan y hablan por encima de la verdad. Y pretenden tener ordenado un mundo sin cimientos sólidos que se desboca al caos.

Viven en un mundo de enajenaciones, arreglen sus fracasos y necedades negando los hechos que no les convienen, los problemas, fracasos y crímenes, viven en la realidad político virtual , en su pequeño mundo de delirios, mitómanos perdidos en su mundillo de deseos y fantasías.

Jalan a la sociedad en un juego perverso que termina en el vacío y el holocausto, como las guerras mundiales y el desastre de Venezuela.

Los casos abundan. Los grandes del mundo son despóticos, arbitrarios, facciosos, no tienen conciencia moral y siguen sus alucinaciones patológicas y perversas.

Lo vemos en el desconcierto de las naciones. Donald Trump es soberbio, obra con toda injusticia, es caprichoso y asesino y pretende ser genial, inteligente y tener razón porque él lo dice, es necio y cerrado.

Esta especie abunda sobremanera en el planeta tierra. Ahí tenemos a Nicolás maduro y la gente facciosa y necia que lo sigue al imponer a uno de los suyos en el Congreso.

En México existen también esos vicios como la seducción y la mentira. Para decir  "yo" dicen "México", "el pueblo bueno" son las multitudes que asisten a los mítines, al circo burdo de una campaña interminable en búsca del poder. Las consultas son un juego del poder, irresponsables, no son confiables ni representan al pueblo, son una burla. La lucha contra la corrupción es aparente, porque no es según justicia sino según deseo de aplastar a los adversarios políticos.

¿Qué tenemos que hacer en esta marea de corrupción con estos vientos huracanados de conveniencia perversa, mentira y diabólica?

Ser nosotros mismos, firmes, seguros, no un individuo más de la borregada, no un aparato fabricado en serie y programado previamente, no un número más de la masa humana.

No podemos aceptar la conducta inmoral de los gobernantes y líderes. Apoyados en la dignidad humana, en los principios y valores, no podemos creer en el juego de perversión y corrupción de los grandes, así sea el presidente. Debemos resistir y aferrarnos a los puntos de anclaje para no ir a la deriva hacia situaciones indignas, hacia la degradación y pérdida de la dignidad seres humanos e hijos de Dios.

Cuando apoyamos, o al menos toleramos prácticas inmorales y perversas, nos unimos a ellos y nos hacemos igualmente corruptos y criminales.

Como un arbusto en el vendaval necesitamos permanecer anclados en nuestra cultura, no soltarnos y ser fieles a nuestros principios, a la ley inmutable de Dios y en la sabiduría de nuestros mayores.

El mundo de hoy necesita personas inteligentes y libres, que no se dejan arrastrar por ideas y modas anti humanas. Personas que marchan firmemente, con señalamientos estables, con claridad pura y no van dando bandazos y causando accidentes, destrucción y muerte.

Como dice la psicología Matstalt, para permanecer fiel a uno mismo, a su dignidad y principios bastan dos puntos de apoyo: tú y Dios.

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