Justicia, no vendettas ni negligencias

Justicia, no vendettas ni negligencias

Se agarra a algunos criminales y se les juzga pero eso no es justicia ni combate a la corrupción.

Se anuncia con bombo y platillo la lucha contra la corrupción, aprenden a García Luna.
Pero la justicia debe ser por oficio y universal.

¿Cómo confiar si nuestra justicia no agarra nada?, Estados Unidos descubre y agarra a los criminales mexicanos.

¿Cómo explicar que grandes criminales sean parte del nuevo gobierno, como Napoleón Urrutia y ex gobernadores del PRD que saquearon sus estados?

Los casos de corrupción de altos funcionarios o de capos famosos no los da a conocer el Estado sino periodistas que informan con grandes riesgos.

¿Cómo explicar que la justicia es feroz y exagerada para los adversarios y se tapa los ojos ante los amigos?

La justicia es universal o seguimos en la corrupción de siempre. No avanzamos en democracia, civilidad, progreso y vida digna de la persona humana.

El "dedito" del Caudillo no hace la justicia sino la arbitrariedad, autoritarismo, iniquidad.
El no es un dios para inventar la justicia, cuando se deja guiar por su capricho comete absurdos tremendos, que llevan a situaciones caóticas e insufribles como sucede en Venezuela, las consecuencias son impredecibles.

Unos pocos descreídos hacen profesión de su ateísmo y lo gritan con escándalo, como si fuera lo último y lo mejor. Los creyentes, que tenemos la certeza de Dios y de su Revelación también tenemos derecho a gritar con orgullo las verdades de nuestra fe.
Dios, no importa, la representación que se tenga, es el fundamento del universo, es su creador, su ordenador y lo conserva en la existencia. Es una roca firme que da consistencia a todas las cosas, es infalible y ha establecido un orden para todas las cosas, un orden moral, de principios y valores universales. Este está grabado en el fondo del ser humano y en los mandamientos revelados. Es la cosmovisión católica.y occidental.

Hizo al hombre un espíritu unido a un cuerpo, lo hizo inteligente y libre, dio a su vida una dimensión personal y social. Para todo, fijó normas intocables, inviolables, obligatorias para todos los seres humanos.

Dio al hombre un destino maravilloso, definitivo en donde encontrará su plenitud y meta definitiva, donde realizará sus sueños más caros, encontrará finalmente la felicidad y la paz que lo atormentan.

Para realizar su destino definitivo el hombre debe tener las condiciones necesarias, lo que la Iglesia llama Bien Común. Debe guiarse, así en la vida personal como en la interacción social, libre e inteligentemente, en el orden moral establecido por Dios y que se expresa en la ley, el derecho y la justicia y los otros valores y principios universales como la verdad y el amor.

Para ser un pueblo sabio y feliz y darle una vida de tranquilidad y progreso toda la sociedad, con la autoridad a la cabeza, debe entrar en el orden moral inmutable e intocable. Si no el orden se vuelve líquido y vamos a la deriva.

Ninguna criatura, así se sienta perfecta, soñada, única puede meter mano al orden moral. Hay caudillos que se creen mesías que no respetan el orden moral, actúan por encima de las leyes eternas fijadas por Dios y trastocan el orden moral. Son pecados satánicos que llevan al desorden y la catástrofe final; hay ejemplos acabados en la historia, otros en proceso.

Si el gobierno no hace la tarea de aplicar la justicia contra todos los corruptos, si Estados Unidos tiene que agarrar a los grandes criminales porque México no está luchando verdadera y efectivamente, no hay avance serio.

Si la justicia no es universal sino selectiva no es justicia, se corrompe y se convierte en revancha política.

Es un criterio seguro para valorar al gobierno y su 4T.

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