La guerra sucia que viene

La guerra sucia que viene

A nadie –que realmente quiera a México– conviene que el proceso electoral 2017-2018 se vea manchado con actos de violencia, guerra sucia, focos rojos y/o riesgos en los diversos distritos electorales; sin embargo, aunque lo ideal sería que todo se lleve a cabo con madurez política y ciudadana, lejos estamos de alcanzarlo.

Y es que, para empezar, son los propios líderes partidistas y/o precandidatos los que se encargan de enrarecer el ambiente electoral, con denuncias y declaraciones ante los medios de comunicación, para descalificar o desacreditar al adversario político, sin presentar ninguna prueba ante las instancias correspondientes, y pretenden sólo 'litigar' en los medios para generar escándalos y restarle puntos en las preferencias al contrincante.

Para muestra basta un botón: en el año 2006, en plena campaña por la gubernatura de Jalisco, el entonces candidato del PRI, Arturo Zamora, fue evidenciado, ya que se filtró a la prensa que existía una investigación en la PGR contra el aspirante por presuntos vínculos con el narcotráfico. La nota informativa fue contundente, ya que se publicó en un diario de circulación nacional y fue un golpe mediático que ayudó al PAN a ganar la gubernatura, con Emilio González, quien fuera conocido como "el góber piadoso", el cual, por cierto, fue expulsado de las filas de Acción Nacional en 2015 por "alta traición".

En esa ocasión la denuncia nunca se presentó formalmente; la PGR tuvo sus traspiés, al aseverar primero que sí existía tal acusación, para después señalar que no era por tales razones, sino por presunto fraude; pero el golpe estaba dado y el PRI perdió Jalisco por esta "guerra sucia" electoral que tanto se utiliza por políticos de negras intenciones que buscan llegar al poder a toda costa, sin importarles absolutamente nada, más que su ambición enfermiza de dinero y poder.

Estas estrategias cuestan, y cuestan mucho, porque los partidos políticos contratan a 'especialistas' en el tema –muchos del extranjero– para denostar al adversario. Lo grave es que al enfrascarse en desprestigiar, debilitar y vulnerar al contrincante, las propuestas pasan a segundo o tercer término y los que terminamos pagando los platos rotos –como siempre– somos los ciudadanos, el electorado que vemos una pasarela de aspirantes, que hacen de todo con tal de generar simpatías; cantan, bailan, abrazan a niños y a adultos mayores, estrenan nueva imagen, se toman la foto, prometen y prometen, incluso llegan a hacer el ridículo con tal de lograr el voto, en un círculo vicioso que no permite avanzar como quisiéramos en este país.

Tan sólo en el Estado de México, en las elecciones que ganara el priista Alfredo del Mazo, se contabilizaron 164 denuncias ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), entre otras, por alteración del Registro Federal de Electores, destinar bienes o servicios públicos a favor de un candidato, coacción del voto, amenaza de suspender beneficios de programas sociales, entrega de tarjetas y despensas, recoger ilegalmente las credenciales para votar, aparición de páginas web apócrifas y hasta llamadas de media noche para promover a algún candidato.

Aspirantes violan la ley

Los aspirantes violan la ley constantemente, ya que la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, en su artículo 394, inciso "i", señala textualmente lo siguiente: "Los candidatos deben abstenerse de proferir ofensas, difamación, calumnia o cualquier expresión que denigre a otros candidatos, partidos políticos, personas, instituciones públicas o privadas". En pocas palabras, ¿quién respeta la ley entonces?
¿Recuerdan frases que se hicieron inmortales y que fueron parte de la guerra sucia contra algunos candidatos? "López Obrador, un peligro para México", "¿Tú le crees a Madrazo?… yo tampoco". Pues en la actualidad hay otra arena, otro terreno para este tipo de descalificaciones: las redes sociales.

Internet, el "ring electoral"

Lo más reciente fue un audio que se filtró a las redes, en especial al Facebook, donde al parecer Alfonso Martínez Alcázar, alcalde moreliano, entablaba una conversación con un presunto empresario para llegar a los acuerdos económicos en cuanto al proyecto de las luminarias. Aquí hay que ser muy precisos, independientemente de la evaluación que la ciudadanía haga de Martínez Alcázar en cuanto a resultados como munícipe; efectivamente, el audio filtrado es una táctica de guerra sucia en su contra, ya que sucedió justo cuando se registraba como precandidato independiente por Morelia, en lo que sería su reelección, aunque no todo está escrito aún. ¿Habrá denuncias formales por este caso?

En fin, apenas van arrancando las precampañas y ya nos estamos dando cuenta del nivel del discurso. Imagínese, amable lector, qué será en las campañas; y es que el próximo 1 de julio votaremos por un presidente de México, por 128 senadores, por 500 diputados federales, además de 30 elecciones locales; en 9 estados se elegirá gobernador (Jalisco, Yucatán, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Morelos, Guanajuato, Puebla, Ciudad de México), en los procesos locales se definen 2,697 cargos de elección popular, aunados a los 629 cargos federales. En total suman 3,326 cargos en la República Mexicana.

Ojalá que todos tomemos nuestra responsabilidad; ciudadanos, medios de comunicación, autoridades electorales, pero sobre todo la clase política, líderes partidistas, precandidatos y, en su momento, candidatos. Aún estamos a tiempo.

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