La palabra del arzobispo Carlos Garfias

Arzobispo Carlos Garfias
Arzobispo Carlos Garfias

Felices Pascuas y Resurrección para todos.

Me da mucho gusto saludarnos en el ambiente de la Pascua, hoy Domingo de Pascua que celebramos el momento en que Cristo resucita entre los muertos y que es un momento central en la fe que tenemos dentro de nuestra iglesia católica.

Ojalá que todos en esta celebración de la resurrección de cristo puedan renovar la fe que tienen en Cristo resucitado, y recuerden que cristo resucitado, podemos transformar nuestros miedos, nuestras tristezas, nuestras desesperanzas, nuestros enojos, nuestros anhelos de venganza, todo eso que nos provoca un mundo injusto, un mundo corrupto, un mundo mentiroso, engañoso y lo podemos transformar en fuente de esperanza, fuente de vida, fuente de alegría, fuente de consuelo.

Que la presencia de Cristo resucitado nos ayude para que en nuestro corazón surja la alegría, la esperanza y que sea esta alegría y esta esperanza la que nos mueva, nos motive, nos impulse, para lanzar todo lo que tenemos como misión en la vida, como vocación, en la Iglesia y para el mundo, y que desde esta esperanza y esta alegría, nosotros podamos mantenernos muy cerca de Dios, y podamos también estar siempre dispuestos para servir, para atender a nuestros hermanos, sobre todos a los más necesitados.

En esta ocasión de la Pascua recordemos a quienes les podemos hacer el bien. Pensemos en el enfermo, en el niño, en el adolescente, en el joven, en la persona mayor, en el adulto que se encuentra ya imposibilitado por la enfermedad o en las limitaciones de la edad, y a quienes nosotros le podemos ofrecer nuestro tiempo, nuestro cariño, nuestra disposición para atender y ayudarles en las circunstancias en las que se encuentran.

De una manera muy especial quiero invitarles a todos a que hoy renueven nuestro compromiso de atender a las víctimas de la violencia, que la mejor forma de construir la paz para nosotros sea ser cercanos y estar atentos para cuidar y acompañar a nuestros hermanos, que por alguna razón resultan víctimas de la violencia.

Para todos mis saludos y mi felicitación por la resurrección de Cristo, que la vida nueva de resucitado llene nuestros corazones y sepamos compartirlas con nuestros hermanos.

Les hago llegar mi bendición: El señor esté con ustedes, la bendición de Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre, amén.

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