La soberanía popular se expresó

La soberanía popular se expresó

Si bien es cierto la democracia no se agota con las elecciones, también lo es que las elecciones implican un momento crucial de expresión de la voluntad popular, en una decisión de trascendencia mayor que implica constituirse como soberanía. Es la concreción de lo que nos dice el texto constitucional de que la soberanía dimana del pueblo, el momento en que todos nos igualamos.

Y el pueblo es soberano, porque mediante el voto de cada ciudadana y ciudadano, en su sumatoria, se constituyen los poderes de elección popular, en los diferentes niveles de gobierno. Pero también, dada la existencia de órganos colegiados y de la proporcionalidad de un segmento de la representación con los llamados plurinominales, nadie gana todo, ni nadie pierde todo. Se construye de mejor manera la representación proporcional.

El mapa político de nuestro país lo diseña la ciudadanía a través de su votación; las autoridades electorales sólo organizamos las condiciones para que esa voluntad se exprese, a través de instrumentos técnicos como la credencialización, la ubicación de casillas, la integración de las mismas, la capacitación de sus integrantes, el avituallamiento con documentación y material electoral; así como el registro de precandidaturas y de candidaturas, la fiscalización de ingresos y egresos en precampañas y campañas, así como el propio ingreso y gasto de los partidos políticos, entre muchos detalles que la desconfianza de las elecciones ha construido para crear un sistema electoral ultrabarroco.

Le he denominado el efecto microscopio a la ingeniería electoral de las últimas décadas, porque cada vez le damos una graduación mayor al lente, de manera que problemas que no se veían en otras épocas, ahora son parte de la discusión electoral; de manera que cada vez que utilizamos un lente de mayor capacidad, vemos nuevos problemas y ello requiere nuevas leyes, reglamentaciones e instrumentaciones. Para poder desmontar esta complejidad electoral sin disminuir nunca derechos ya adquiridos por la progresividad de los derechos humanos, primero debemos construir la confianza en las elecciones, en sus administradores y en sus normas; antes no, por más que se critique el costo.

Así que muchas gracias a quienes participaron, ya sea en los cargos del servicio profesional electoral, o bien como consejeras o consejeros, o personal de la rama administrativa electoral, como directivos, como supervisoras o supervisores electorales, como capacitadoras o capacitadores electorales, como funcionarias o funcionarios de casilla, como observadoras u observadores electorales, como representaciones de los partidos políticos nacionales o de las candidaturas independientes, como servidores públicos de las instituciones que requieren las autoridades electorales para generar condiciones de salud o de seguridad, como notarios públicos o jueces que estuvieron disponibles para levantar una fe de hechos, como ministerios públicos que recibieron denuncias por presuntos delitos electorales y, sobre todo, como ciudadanía que ejerció su legítimo derecho al sufragio, que es un derecho humano, que a través de la historia ha tenido muchas batallas que dar para consolidarse.

A esa ciudadanía toca ahora mantener viva la llama de la democracia buscando información veraz sobre el actuar de quienes muy pronto tomarán el poder que ganaron, pero también ejerciendo un valor fundamental de la democracia, que es el diálogo con tolerancia pero también con información, y también ejerciendo el legítimo derecho de la ciudadanía de la exigencia; en tiempos en que se ponen sobre la mesa de la opinión pública los contrapesos, el mejor de los contrapesos siempre será la propia ciudadanía ejerciendo su exigencia.

rmr

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