En tiempo de crisis, lo esencial no es la fiesta externa, mundana, sino el gozo del amor y la verdad que vienen de Dios y de los hermanos.
¿Tiene sentido hacer mucha fiesta en tiempos de crisis, inseguridad, sufrimiento intenso y la amenaza de tiempos terribles que nos causan angustia y miedo?
Ciertamente, hay que resolver los problemas antes, para merecer la fiesta. ¿Quieres fiesta? Gánatela.
Hay que levantar la mirada a los negros nubarrones que amenazan tormenta por una economía desastrosa, la inseguridad, la falta de empleos y la llegada de los repatriados y todas las plagas de Egipto.
Evita todos los gastos innecesarios porque vienen tiempos de carestía como anunciaba Agustín Carstens, el pobre.
Muchos mexicanos prefieren la pachanga al trabajo esforzado, perseverante, productivo. Harían tanto si se dedicaran al trabajo creativo, de calidad innovación.
Al lado de otros pueblos serios y trabajadores, pienso en el pueblo suizo donde he trabajado, damos la imagen de un pueblo flojo y fiestero.
Para una fiesta digna y gratificante de navidad basta con poco dinero y con poco tiempo. No es necesario malgastar los pocos recursos y todo el tiempo en fiestas locas.
Te comparto tips bien concretos.
Resiste a la seducción de los comerciantes que despiertan los instintos del cuerpo para hacerlos exigir placeres irracionales, excesivos, que llevan al consumo. Que nunca se sacian y llevan al derroche, el exceso, la bacanal.
Desconfía del discurso seductor de los comerciantes que llenan el mundo.
Un ayuno de televisión y música ruidosa de nula calidad te hace mucho bien.
Por otra parte atiende toda tu persona, escucha en silencio profundo los deseos de tu ser integral, en su doble realidad de cuerpo y espíritu. Escucha las exigencias íntimas de tu espíritu. El alma tiene sus exigencias y sus placeres.
Los placeres del cuerpo que no tienen en cuenta la vida del espíritu embrutecen y denigran.
Junto con los placeres del cuerpo, sometidos a la voluntad y la inteligencia, , sacia tu hambre y sed del alma, con otro alimento: con el amor, no cediendo a los impulsos del sexo impulsivo e irracional.
Alimenta tu ser con la verdad, en un mundo infectado de falsedad, mentira, incoherencia, hasta el cinismo. Goza con el bien moral, frente a los seres pervertidos que cometen la iniquidad como en las eras de barbarie, peor que los habitantes de la jungla.
Aliméntate con la contemplación de la belleza, por encima de las imágenes femeninas excitantes que explotan a la mujer.
Apoyado en la plataforma de la fe abre tus espacios interiores a Dios. Sólo él puede calmar plenamente la sed de amor porque él te creó para él, como afirma San Agustín.
Rompe la concha oscura y férrea de tu egoísmo, sal de ti mismo, no te tomes por el centro del universo, como el ídolo al que todos tienen que servir. Los niños y niñas "fresa" hacen el ridículo y son insoportables.
No pienses en ti, sal, céntrate en los demás, ponte en sus zapatos, con una mirada fina, escrutadora.
Vive para el otro, para la otra, para las personas más queridas.
No te engañes, no te busques a ti mismo, utilizando a los demás para complacerte a ti mismo en cierto juego de coqueteo y complacencia. Demuestra tu amor con las personas que te dan un amor sacrificado, humilde, fiel, a tus papás, hermanos, personas que trabajan para ti.
Sé capaz de amar a los pobres de la tierra, los consentidos de Dios, con un amor ilimitado, divino: los que van en soledad, tristeza, sin figura humana atrayente, sin dinero. Me refiero a los parientes pobres, los limosneros, los adictos a los vicios, los que no se cambian de ropa, no se bañan, "apestan", dice la gente. Especial esfuerzo hay que hacer para estar con los niños, adolescentes, ancianos.
Tu navidad tendrá un sabor puro, celestial. Tu alma quedará llena, con una sensación de plenitud, de gozo y de paz. Participarás de la felicidad profunda de Dios.
Y tu paz será una gota en el océano del mundo, inicio del mundo que soñamos de seguridad, justicia, imperio de ley, abundancia de riqueza y plenitud de armonía.
