Leer las señales de los tiempos

Leer las señales de los tiempos

Los hechos de la descomposición social no pararán ahí, llevan a una catástrofe mayor, lamentable, horrible. Si supiéramos leer las señales y evitar un sufrimiento mayor.

Eso es un augurio grave, terrible, como un toque de la trompeta del ángel. Sin embargo, hay que colaborar para el bien común y para no caer en el caos. Por eso señalo la situación.

Quisiera con toda el alma equivocarme.

La novela de Mouloud Mammeri, Le Sommeil du Juste (El Sueño del Justo), en estilo pulido, exacta, duro, al límite de lo soportable narra la situación de Argelia como colonia de Francia.

"Es el relato de la gran turbación y la cólera de los hombres en la época que precede la guerra de liberación. Las máquinas que van a provocar la explosión del 1 de noviembre de 1954 están listas…. Bastará un dedo para dar el toque. Lo que será un drama colectivo ya está ahí, instalado, inexorable como el destino en la tragedia griega. Hubiera bastado con leer ahí, pero ¿era posible en un mundo donde el sueño del justo era también el de la justicia y la lucidez?" (contraportada).

Es también la advertencia del Mesías, Hijo único de Dios. "Espíritus perversos, saben reconocer el aspecto del cielo y de la tierra, ¿Cómo es que no saben reconocer el tiempo presente?" (Lucas 12, 56).

Pareciera que los gobernantes pueden resolver la crisis de ingobernabilidad, el presidente, el secretario de gobernación. Pero la realidad es que no pueden, infectados de corrupción, infiltrados por la maldad, en colaboración frecuente con el poder de las tinieblas, oculto, implacable.

Se refugian en el discurso, donde prometen sin convicción que van a aplicar la ley aunque tengan que escoltarse con Derechos Humanos.

Basta de ultimata, de "ahora sí" se va a despedir a los que abandonaron las aulas, a descontar el sueldo.

Su palabrita "diálogo" está gastada. No se puede dialogar cuando una parte en conflicto no respeta el estado de derecho, delinque. No se puede dialogar con quieres sólo quieren imponer sus intereses facciosos. No quieren dialogar sino doblegar, pues nunca han presentado su propia reforma educativa.

Está derrumbada o cuarteada la familia, célula de la sociedad, con la presión de la ola de erotismo que la sacrifica a los buscadores de placer exacerbado, sin amor, cerrado a la transmisión de la vida.

Atacada por gigantes mundiales, que por intereses ajenos la desnaturalizan llevados por modas irracionales, que promueven prácticas contra natura, los matrimonios homosexuales que van contra el plan original del Creador.

El individuo está desconcertado, se siente inseguro, no sabe de dónde agarrarse. El roce de generaciones muestra jóvenes que dejaron su mundo de valores, pragmáticos y sin escrúpulos, buscando la vida fácil, de dinero y placer, sin los valores hondamente humanos que dan a la existencia peso, sabiduría, seguridad, orientación.

Es posible no dejarse arrastrar por la marea, resistir a la tentación de ser como todos, sin columna vertebral, sin los cimientos y valores que no pasan de moda.

Todavía México descansa sobre un hondo sustrato de la cultura de valores espirituales y humanos, en su vertiente occidental y en su vertiente indígena.

Hay muchas personas que perciben los valores inmutables, que los distinguen de las modificaciones, adaptaciones transitorias que tienen que hacerse.

Hay todavía una plataforma sólida y clara como cristal de roca de una cosmovisión de los sabios, edificada sobre la persona humana, sus exigencias naturales, valores y principios que resuelven todos los problemas.

El principio de no robar establece no tomar autobuses ajenos, es un crimen, incendiarlos también. Asesinar es un crimen, dejarlo impune es un crimen de omisión.

México, históricamente ha tenido crisis de líderes, genuinos, que busquen el bien verdadero y sustentable de la Nación.

Los creyentes en Cristo y en Dios, esa casi totalidad de los mexicanos saben y tienen la experiencia de una Sabiduría de lo alto y una energía y poder más grandes para vencer las peores pruebas. Esta fe ha inspirado a los grandes constructores de la historia de México: Vasco de Quiroga, Hidalgo, Morelos. Ahí hay apoyo inconmovible donde poner la palanca para impulsar el cambio. Ese apoyo es inspiración, confianza en sí mismo, esperanza inquebrantable.

Con voz profética, el Papa lo anuncia en su visita a México: "Cuánto son potentes las raíces antiguas que han permitido la viva síntesis cristiana de comunión humana, cultural y espiritual que se forjó aquí. Recuerden que las alas de su pueblo ya se han desplegado varias veces por encima de no pocas vicisitudes" (Mensaje a los obispos).

La historia la construye el individuo uniendo sus intereses y fuerzas a las de todos. Debemos aportar nuestra parte en el impulso para salir de la crisis. Hay que estar atentos a los acontecimientos, leerlos, definir nuestra tarea y hacerla.

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