Por: Josimar Lara/@Josimar2188
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Los caballos enrosados, es una peculiar ofrenda y ceremonia que se realiza en la localidad de Cuanajo, del municipio de Pátzcuaro, en el marco de Noche de Muertos o de la animeecheri k'uinchekua, "fiesta de las ánimas", como se le conoce en las comunidades purépechas.
En comparación con otras localidades, durante la noche del 1 y 2 de noviembre en esta comunidad las ofrendas se levantan en las casas y no en los panteones, además solo se hace en los hogares de quienes murieron durante el año en curso.
De acuerdo a la explicación que se lee en la plaza principal y en algunas casas, este ritual es ancestral pero anteriormente se llevaba la ofrenda en una batea con fruta, fue tiempo después que un grupo de vecinos, compadres y amigos de la misma calle, tuvieron la idea de formar un caballo de madera para llevar la ofrenda a los difuntos.
El caballo de madera es adornado con flores de ánimas o de cempasúchil, pan de anima, camote, guayaba, níspero, naranja, caña, chayote y mazorcas y se llevan a las casas en las que tienen un arco de flores de cempasúchil en la puerta principal en señal de que ahí se vela a alguien.
Algunos pobladores te cuentan que es el padrino junto con los invitados los encargados de llevar el caballo enrosado, y mientras caminan por las calles de la localidad se lanzan cohetes en señal de que arribará la ofrenda, posteriormente todos son recibidos por el casero, entran y depositan el caballo en el altar, prenden velas, rezan el santo rosario y en cada misterio un cántico especial.
Como señal de agradecimiento, el casero los invita a sentarse para posteriormente darles tamales y atole, además de la botella de ponche, aguardiente o mezcal. En algunos casos, son acompañados por alguna banda de música que ameniza la velada.
Las personas que no son de la comunidad, deben pedir permiso para participar en este ritual que es muy íntimo, pero además deben llevar alguna ofrenda como azúcar, canela o una veladora en señal de agradecimiento.
Se cree que en la calle Cruz de Cantera, fue donde nació la idea de formar el caballito de madera para llevar la ofrenda y no fuera más con bateas. Según se lee en algunas cartulinas, el primer caballito de madera llegó en la casa del señor Casildo Victoria en 1941.
