Marcha Fifí

Marcha Fifí

"El gobernante que pretenda encauzar a su país hacia la democracia tiene que empezar por ser un verdadero demócrata, y demostrarlo tolerando la oposición, por más cruda que se ejerza en el mitin, en la prensa, en la diatriba personal". Lázaro Cárdenas del Río (1895 – 1970). Militar, político,  estadista y presidente de México.

Ante los matices dictatoriales que se le desbordan cotidianamente al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, las marchas que se desarrollaron el pasado 5 de mayo en varias ciudades del país, para manifestar su inconformidad contra el gobierno del tabasqueño, deberán constituirse en un primer buen paso para construir una oposición sólida.

Si bien es cierto que no tuvo la fuerza deseada en cuanto a participantes y que se cometieron algunos excesos como pedir la renuncia del Ejecutivo Federal, también resulta esperanzador que quienes están inconformes con el discurso y acciones de los primeros 5 meses de gobierno federal,  hayan decidido dejar la comodidad de quejarse amargamente sólo en redes sociales, para hacer valer su derecho a opinar y disentir del que ahora tiene el poder.

Para construir la deficiente democracia mexicana han tenido que pasar 2 siglos y aún falta fortalecer las instituciones y sobre todo, hacer valer el Estado de Derecho, por destacar algunos pendientes; así que sería lamentable que la administración que encabeza López Obrador intente repetir circunstancias desafortunadas de la llamada dictadura blanda.

Algunos pensarán que resulta exagerado y hasta torpe, pero discursos y acciones como las que ha tomado el Ejecutivo Federal en estos cinco meses, obligan de menos a reflexionar y poner las barbas a remojar, especialmente por lo que ya padecen otras naciones, como Venezuela, por citar un ejemplo.

Vale tener en cuenta que López Obrador ya dejó claro que ley que no le guste elaborará un memorando para dejarla sin efecto y peor aún, ha sugerido que cuando haya que optar entre la justicia y la ley, se opte por la justicia. Si ello no fuera suficiente, no acepta la contundencia de los números que arroja su propia administración y argumenta que tiene los propios y que todo va bien.

Nadie le puede llevar la contra, porque él se siente honesto y con la moral intacta, así que se presume incapaz de cometer alguna irregularidad o acto de corrupción, el problema es que no hay congruencia entre lo que dice y lo que hace. Baste recordar que gusta de hacer compras y ejecutar programas, sin licitación de por medio.

Así que ante la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador insista en debilitar las instituciones, aplicar el populismo clientelar para ganar elecciones, mandar señales de inestabilidad que ahuyenten inversiones y contengan el desarrollo, más vale que surja un contra peso sólido, sensato y con argumentos.

Ante la ausencia de voces dentro del gabinete presidencial que se atrevan a informar correctamente al Presidente, a corregirlo y a invitarlo a que haga lo correcto, urge que se consolide una oposición honesta, en búsqueda de coincidencias que le permitan a todos los mexicanos alcanzar mejores condiciones de desarrollo.

Las marchas del pasado domingo son buenas, deben celebrarse, pero también deben perfeccionarse. Será bueno que la próxima vez sean más y no haya descalificativos simplones como los que ha impuesto López Obrador. Basta de polarizar al país.

Y claro, la defensa de la Constitución Mexicana, de las instituciones y de la aplicación del Estado de Derecho, deberá hacerse con argumentos, con propuestas y defendiendo lo necesario ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Por lo pronto, la marcha fifí ha sido un primer paso, ojalá que no sea el único y que pronto surja una oposición pensante y sólida, y que algunos de los que forman parte del gabinete presidencial, también se atrevan a hacer lo correcto.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.

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