México, el infernal cementerio de niños migrantes

México, el infernal cementerio de niños migrantes

Por: Eduardo Pérez Arroyo/@edoperezarroyo

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- "Me agarraron y me llevaron con ellos. Yo caminaba como un robot para que las espinas no se me metieran más. Eso fue lo más triste, ver cómo me trataban, sin importar lo que estuviera sintiendo. Así me llevaron hasta el centro de detención".

El testimonio es real, pertenece a Nahil y aparece en el libro Caminos de luces y sombras: historias de niñas, niños y adolescentes migrantes, publicado por la oficina costarricense de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Otros, como el de Eduardo, son más desgarradores.

"Fui con mi tío. Tras cruzar la frontera, unos hombres detuvieron el autobús. Nos bajaron, nos tiraron al suelo, nos quitaron el dinero. Nos subieron a una pick up 4×4, que supuestamente era oficial, y nos llevaron por unos caminos rocosos. Yo iba muerto de miedo".

Eduardo dice que sintió la muerte pisarle los talones.

"Sin pensar si era una buena idea, me lancé del carro a una pendiente muy pronunciada y empecé a correr con toda rapidez. Comenzaron a dispararme, pero creo que el terror que yo sentía me hizo correr más rápido".

La historia no acaba ahí. De regreso en su país se enteró de que sus captores secuestraron a su tío y pidieron a la familia $3,500 por liberarlo. De inmediato supo que su familia no sería capaz de juntar ese dinero: su tío sería asesinado. Así fue. Lo mataron porque su familia, que no sabía leer ni escribir, logró juntar los $3,500 en moneda local. Sus captores hablaban de dólares.

Todas esas historias son recientes, ocurrieron en la frontera entre México y Estados Unidos y reflotaron esta semana con la muerte de la pequeña salvadoreña Valeria, con cuyo padre, Óscar Alberto, intentaba cruzar el río Bravo con destino a Estados Unidos para cumplir su sueño de tener una casa propia.

unicef.org
unicef.org

Hoy, según las cifras de la OIM, la frontera norte de México es un infierno para los migrantes ilegales que se acercan, en especial para los niños.

Y en Michoacán también hay historias. El pasado 26 de junio, Natividad Quinto Crisóstomo, de 19 años y originaria de Paracho, murió en el río Bravo. Natividad salió de su casa con la idea de reencontrarse con su esposo. Su cuerpo apareció flotando en un canal en el condado de Clint, Texas.

México 2019, el año del terror

Según el reporte "Viajes fatales", publicado el 28 de junio de este año por la OIM, un total de mil 907 personas fallecieron en los últimos cinco años intentando cruzar la frontera.

Entre ellas hay 26 niños: 2 en 2014, 2 en 2015, 8 en 2016, 5 en 2017, y 9 en 2018.

El primer semestre de este año, sin embargo, ha sido el peor desde que en 2014 la OIM comenzó a sistematizar los datos: 13 niños muertos.

Según el reporte, la zona presenta las mayores tasas de mortalidad de migrantes infantiles en el continente. En 2019 van 175 muertes de migrantes en esta frontera, 13 de ellos, niños. En comparación, en América Central completa hubo 78 muertes, 11 de ellas de niños; en el Caribe, 143 muertes, dos de ellas de niños, y en Sudamérica, 27 muertes, 12 de ellas de niños.

Peor aún, "los datos son incompletos, y la cifra real de víctimas seguramente es mucho mayor, especialmente entre los menores, cuyos casos son menos reportados que los de adultos", agrega la organización.

La creciente militarización de la frontera México-Estados Unidos, tanto con efectivos estadounidenses como mexicanos, ha agravado el problema. Y las autoridades de Estados Unidos no parecen conmoverse.

FUENTE: Organización Internacional para las Migraciones
FUENTE: Organización Internacional para las Migraciones

"La razón por la que suceden tragedias como esa es porque ese padre no quiso esperar a seguir el proceso de asilo como está establecido y cruzó el río", afirmó el director interino de la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS), Ken Cuccinelli, en una entrevista con la cadena CNN.

En el caso mexicano, el presidente Andrés Manuel López Obrador inició el plan de apoyo para Centroamérica destinado a mejorar las condiciones de vida y superar las causas que originan la migración, y el 28 de junio anunció una primera etapa de 40 mil puestos de trabajo para los indocumentados extranjeros.

Pero el secretario de Trabajo de Coahuila, Román Alberto Cepeda, y el presidente de Index (que agrupa a asociaciones maquiladoras) en Mexicali, Víctor Hugo Delgado Sánchez, ya acusaron falta de interés de los indocumentados. Según ellos, "a los migrantes no les interesa quedarse en México".

Las cifras en Michoacán

La crisis humanitaria que afecta a la frontera norte también pega directamente a Michoacán. La entidad es la que más migrantes "exporta", y en la actualidad, cerca de 4 millones de michoacanos viven en Estados Unidos. En julio de 2018, de gira por Estados Unidos, el gobernador Silvano Aureoles comentó que "en cuanto a población se refiere, en este país vive casi otro Michoacán".

Los niños no se salvan de la tragedia. El Instituto Nacional de Migración (INM) en el estado reporta que durante 2018 se registraron 10 mil 831 repatriaciones de menores migrantes mexicanos, de los cuales 9 mil 586 viajaban solos. De esta última cifra, 520 eran michoacanos.

Este año la tendencia sigue. Hasta el pasado abril, la cifra de 2019 llegaba a 188 menores migrantes michoacanos repatriados, según el último boletín estadístico del INM. El Consejo Estatal de Población (Coespo) afirma que se trata, mayoritariamente, de hijos de jornaleros agrícolas sin acceso a servicios mínimos como salud, educación ni derecho a la identidad.

El titular de la Secretaría del Migrante, José Luis Gutiérrez Pérez, señaló que Michoacán es la entidad que tiene más niños binacionales (menores que nacieron en Estados Unidos pero que han sido deportados con sus padres). Según los cálculos, en los últimos diez años nacieron cerca de 60 mil. Muchos de ellos están en situación irregular y a expensas de que Estados Unidos aplique la orden presidencial de deportar a todo migrante indocumentado.

La historia humana

—A los 7 años mi tío me violó —narra Ana—. Se lo conté a una amiga de la escuela y me aconsejó decírselo a mi mamá y mi papá. Jamás me imaginé que iban a reaccionar así. Mi mamá me regañó, me dijo que toda la culpa era mía, y mi papá me empezó a tratar mal y me prohibió jugar con mis hermanitas. ¿Por qué me trataban así?

Siguió en la escuela. Un día, cuando tenía 13 años, unos amigos de la escuela la invitaron a dar un paseo en lugar de entrar a clases. Insistieron tanto que la convencieron. Cuando los caminos se pusieron más solitarios comenzó a sospechar que algo no iba bien, pero no se atrevía a regresar sola… En una casa alejada del pueblo los cinco abusaron de ella. Le dijeron que sabían que su tío ya la había iniciado.

—La directora de la escuela se enteró de lo sucedido y habló con mi mamá, pero de nuevo ella me culpó a mí. Alguien denunció mi caso al Ministerio Público, y de ahí en adelante me separaron de mi familia y me llevaron a diferentes hogares y refugios. Una vez hasta fui violada por un grupo de niñas sin que nadie hiciera nada para defenderme.

Meses más tarde, la madre de Ana fue llamada a una audiencia en la que le entregaron a su hija de nuevo. Otra vez fue recibida con reproches, insultos y prohibiciones… Fue entonces que decidió meter sus pocas pertenencias en una mochila liviana, junto a una blusa, una foto y un cuaderno para escribir su travesía.

A mitad del trayecto fue detenida, deportada e ingresada en un hogar para mujeres víctimas de violencia sexual.

—Logré escapar y volví a intentar suerte migrando… Otra vez fui deportada y me llevaron a un albergue para personas migrantes, y después otra vez a la casa de mi familia. Ahora vivo con una tía en otra ciudad. Pero todos los días pienso: tarde o temprano volveré a la frontera…

La crisis migratoria de la frontera norte está lejos de acabar. El infernal cementerio de niños migrantes seguirá creciendo.

RMR

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