Nacer, crecer y morir en sus manos

Juan es un nombre común para una persona común, y pudo haberse dicho Pedro, Manuel, Esther, Lupe o cualquiera otro, pues en todo caso un nombre u otro tienen el mismo peso en esta historia con la cual es probable, o no, que usted se identifique.

De vuelta a Juan, conviene remembrar que sus padres se conocieron en esta ciudad, que se enamoraron, se casaron y lo "encargaron" con la enorme ilusión de ver en él cristalizado el amor que se tenían entre sí (Si el nombre de Juan es poco relevante, igual sucede con el nombre de sus padres, así que se les puede asignar el nombre de pila que se quiera)

Lo relevante para el caso es que durante todo el embarazo, una de las cuestiones más importantes para los padres de Juan fue cuál sería el lugar en el cual nacería Juan, tanto por razones de salud, como de economía y sociales. El paquete del parto (ya todo va en paquete, como si tratara de una hamburguesa o de un "combo" de golosinas en el cine) fue ponderado por los padres de Juan por el precio (honorarios del equipo médico, estancia hospitalaria) los temas de salud (infraestructura del hospital o clínica, pericia médica, atención de enfermería, instrumental, entre otros aspectos) y aunque usted no lo quiera creer, por aspectos sociales como cuál era el hospital o la clínica renombrada, la de moda, no caer en una clínica pobre, qué pensarían sus conocidos, la aspiración de que Juan naciera en una buena clínica, como nacen los hijos de quienes "tienen lana" etc.

La herramienta del ahorro y del crédito, fue lo que permitió que Juan naciera en la clínica "nice" de moda y aunque los padres de Juan sufrieron para pagar el paquete, lo cubrieron en tiempo.

El nacimiento de Juan concitó manifestaciones de amor y amistad de los familiares y amigos de la pareja bendecida con el nacimiento, y para "mostrar" el regocijo le compraron al recién nacido ropa, enseres y cuanto artículo para infantes había en las tiendas departamentales, nuevamente de moda (era poco menos que aceptable que se adquirieran artículos en tiendas "furris") ubicadas estas de moda en plazas comerciales que de manera coincidente eran propiedad de los mismos dueños de la clínica en la que había nacido Juan.

Juan creció con el enorme cariño de sus padres y al crecer los padres buscaron brindarle distractores, así que era frecuente que los padres de Juan lo llevaran al cine o a los establecimientos de diversión infantil ubicados en las propias plazas comerciales propiedad de los dueños del hospital de su nacimiento.

Juan continuó con su desarrollo y pronto se hizo presente la necesidad de comenzar su andanza escolar; aquí, nuevamente los padres de Juan deliberaron sobre los precios, los servicios educativos y la aceptación social, pero siempre tuvieron en mente que tenían que "hacer el esfuerzo" para que Juan recibiera una oportunidad educativa que le permitiera "salir adelante" y no caer en la ineficiencia e ineficacia de la educación pública. Al final, la opción recayó en escuelas propiedad de los propietarios de la clínica y plazas comerciales en que había nacido y se divertía Juan.

La vida de Juan transcurrió en la misma tónica de hecho y de aspiración, pues si él necesitaba algo, quería divertirse, adquirir ropa, tomarse un café, ver al médico, tramitar pasajes para salir de viaje, comprar un auto, leer un periódico e, incluso, ver la televisión, todo ello se encontraba asociado a la propiedad de los propietarios de la clínica en la cual había nacido.
Los padres de Juan también siguieron creciendo, al grado que por razones naturales se enfermaron, fueron atendidos médicamente y murieron en la misma clínica en la cual había nacido Juan.

Algunos de los últimos documentos de sus padres que Juan vio fueron aquellos correspondientes a los pagos onerosos que debió cubrir por la atención hospitalaria de sus papás, en la cual aparecía una razón social que no mostraba el nombre de los dueños del hospital; pero Juan sabía que eran los mismos propietarios de las plazas comerciales, de las escuelas, de las concesionarias de autos, de los periódicos, de la televisión y de cuanta cosa adicional él había consumido a lo largo de su vida, como sus padres.

Juan sintió en el centro de su pecho una especie de opresión que le quitó el aire; luego se acordó de Juanito, su hijo, a quien había prometido que le llevaría al cine a ver el estreno de la película de moda, en la plaza comercial que Juan conocía ya desde niño, la misma a la cual le habían llevado sus padres. Juan se fue al cine con una idea en la cabeza: nacer, crecer y morir en sus manos, en "esas" manos, no hay más, si no son ellos serían otros igual o peor.
¿Será?

Comentarios: urielpr@gmail.com

Juan es un nombre común para una persona común, y pudo haberse dicho Pedro, Manuel, Esther, Lupe o cualquiera otro, pues en todo caso un nombre u otro tienen el mismo peso en esta historia con la cual es probable, o no, que usted se identifique.

De vuelta a Juan, conviene remembrar que sus padres se conocieron en esta ciudad, que se enamoraron, se casaron y lo "encargaron" con la enorme ilusión de ver en él cristalizado el amor que se tenían entre sí (Si el nombre de Juan es poco relevante, igual sucede con el nombre de sus padres, así que se les puede asignar el nombre de pila que se quiera)

Lo relevante para el caso es que durante todo el embarazo, una de las cuestiones más importantes para los padres de Juan fue cuál sería el lugar en el cual nacería Juan, tanto por razones de salud, como de economía y sociales. El paquete del parto (ya todo va en paquete, como si tratara de una hamburguesa o de un "combo" de golosinas en el cine) fue ponderado por los padres de Juan por el precio (honorarios del equipo médico, estancia hospitalaria) los temas de salud (infraestructura del hospital o clínica, pericia médica, atención de enfermería, instrumental, entre otros aspectos) y aunque usted no lo quiera creer, por aspectos sociales como cuál era el hospital o la clínica renombrada, la de moda, no caer en una clínica pobre, qué pensarían sus conocidos, la aspiración de que Juan naciera en una buena clínica, como nacen los hijos de quienes "tienen lana" etc.

La herramienta del ahorro y del crédito, fue lo que permitió que Juan naciera en la clínica "nice" de moda y aunque los padres de Juan sufrieron para pagar el paquete, lo cubrieron en tiempo.

El nacimiento de Juan concitó manifestaciones de amor y amistad de los familiares y amigos de la pareja bendecida con el nacimiento, y para "mostrar" el regocijo le compraron al recién nacido ropa, enseres y cuanto artículo para infantes había en las tiendas departamentales, nuevamente de moda (era poco menos que aceptable que se adquirieran artículos en tiendas "furris") ubicadas estas de moda en plazas comerciales que de manera coincidente eran propiedad de los mismos dueños de la clínica en la que había nacido Juan.

Juan creció con el enorme cariño de sus padres y al crecer los padres buscaron brindarle distractores, así que era frecuente que los padres de Juan lo llevaran al cine o a los establecimientos de diversión infantil ubicados en las propias plazas comerciales propiedad de los dueños del hospital de su nacimiento.

Juan continuó con su desarrollo y pronto se hizo presente la necesidad de comenzar su andanza escolar; aquí, nuevamente los padres de Juan deliberaron sobre los precios, los servicios educativos y la aceptación social, pero siempre tuvieron en mente que tenían que "hacer el esfuerzo" para que Juan recibiera una oportunidad educativa que le permitiera "salir adelante" y no caer en la ineficiencia e ineficacia de la educación pública. Al final, la opción recayó en escuelas propiedad de los propietarios de la clínica y plazas comerciales en que había nacido y se divertía Juan.

La vida de Juan transcurrió en la misma tónica de hecho y de aspiración, pues si él necesitaba algo, quería divertirse, adquirir ropa, tomarse un café, ver al médico, tramitar pasajes para salir de viaje, comprar un auto, leer un periódico e, incluso, ver la televisión, todo ello se encontraba asociado a la propiedad de los propietarios de la clínica en la cual había nacido.
Los padres de Juan también siguieron creciendo, al grado que por razones naturales se enfermaron, fueron atendidos médicamente y murieron en la misma clínica en la cual había nacido Juan.

Algunos de los últimos documentos de sus padres que Juan vio fueron aquellos correspondientes a los pagos onerosos que debió cubrir por la atención hospitalaria de sus papás, en la cual aparecía una razón social que no mostraba el nombre de los dueños del hospital; pero Juan sabía que eran los mismos propietarios de las plazas comerciales, de las escuelas, de las concesionarias de autos, de los periódicos, de la televisión y de cuanta cosa adicional él había consumido a lo largo de su vida, como sus padres.

Juan sintió en el centro de su pecho una especie de opresión que le quitó el aire; luego se acordó de Juanito, su hijo, a quien había prometido que le llevaría al cine a ver el estreno de la película de moda, en la plaza comercial que Juan conocía ya desde niño, la misma a la cual le habían llevado sus padres. Juan se fue al cine con una idea en la cabeza: nacer, crecer y morir en sus manos, en "esas" manos, no hay más, si no son ellos serían otros igual o peor.
¿Será?

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