Navidad 2016 y Año nuevo 2017

Navidad 2016 y Año nuevo 2017

El sentido del tiempo. Si nada cambiara en absoluto, la noción del tiempo perdería todo su sentido, es el cambio tenue o profundo en las personas y en las cosas, lo que hace que el tiempo tenga un significado relevante.

Sería anodino que el tiempo corriera y ni una hoja se moviera nunca, sería algo así como un bucle imperceptible del ser o el cuadro de Dorian Gray sin Dorian Gray.

Si el cambio es lo que le da el sentido al tiempo, entonces la inmovilidad de las personas y de las cosas, tiene como efecto desgastar la idea del tiempo y también mal gastar el propio tiempo.

La primera gran idea, entonces es que las personas debemos buscar cambios y no permanecer impasibles, pues la inmovilidad sólo tiene como efecto el desgaste del tiempo y malgastar el tiempo.

Cambios distintos. Los cambios pueden ser biológicos o físicos o de otro orden y en tanto tales, son una constante para las mismas personas y cosas, así como propician en gran medida el significado importante del tiempo; dos palabras pueden mostrarlo con toda su emotividad: nacer y morir.

Los cambios, como ya se atisbaba, son mucho más diversos de aquellos que se reducen a los biológicos y/o físicos, y avanzan, por ejemplo, a los cambios en el poder, el dinero y los derechos de las personas, en los cuales el peso de las personas es mayor.

La segunda idea importante es que las personas regularmente podemos influir en los cambios propios o en los de los demás.

La valoración de los cambios. Los cambios, por otra parte, propician otros cambios de manera inmediata o mediata y se pueden juzgar como buenos o malos.

Más allá de que en el fondo, la bondad o la maldad de los cambios no es una cuestión tan clara, pues son muchos los ángulos de valoración y al final, incluso los cambios "malos" suscitan regularmente reacciones buenas (cambios buenos), es claro que siempre es mejor pensar en cambios buenos para la generalidad y que susciten a su vez otros cambios buenos.

La tercera idea importante es que debemos procurar incidir o realizar cambios que se puedan valorar como buenos, en una sociedad en la cual nos sabemos distintos.

La Navidad, el 2017 y los cambios. Estamos a pocos días de celebrar la Nochebuena, la Navidad, la noche vieja, el año nuevo y es común que en cada una de esas ocasiones, se levantarán las copas (o lo que se tenga a mano) y se brindará por la felicidad y la prosperidad, y en cada caso, aunque no se mencione el tema como se ha pincelado aquí, se pensará en los cambios buenos que queremos para nosotros, los seres más cercanos y la comunidad.

El deseo de que todo mejore, sin embargo, es como la luz de un fósforo, pues tan luego se prende, se apaga, quedando en el aire sólo el humo de la intención que se evapora de manera pronta, para tornar al olvido de procurar los cambios buenos, así que se retorna a las prácticas conocidas no muy buenas en la vida personal y en la vida colectiva.
Motivos para cambiar bien existen de sobra en nuestra vida personal, pero quiero referirme a los motivos para los cambios buenos en la vida colectiva.

En la vida colectiva, hay un acumulado de motivos en verdad pasmosos: bastaría pensar, por ejemplo, en nuestro sistema político general y electoral, deficiente por su costo-beneficio y reprochable éticamente por sus intenciones, métodos, prácticas y resultados, aún con los "candidatos independientes" que en los hechos se han convertido en candidatos del partido más rentable para sus fines. En el esquema económico, si bien la macroeconomía de los grandes números había provisto de argumentos más o menos razonables para justificar una moderada correcta conducción de la economía, hoy, el estatus de las balanzas comerciales, el precio de cambio de nuestro moneda frente al dólar americano, el galopante endeudamiento público, la depreciación del salario, el ingreso per cápita paupérrimo, la tasa simbólica de crecimiento, la deprimida generación de empleos frente a los que son necesarios y un largo etcétera de carácter microeconómico cuestionan nuestra economía.

Socialmente, el sino es la división, la pulverización de una apenas perceptible clase media, el incremento de pobres y la polarización, un creciente fenómeno de drogadicción, la disminución de la comunicación en la familia (cualquiera que sea el tipo de familia) la entronización del criterio utilitario, el ventajismo, el arribismo y también un largo etcétera.

En cuanto hace a servicios públicos, creo que los problemas en los sectores de educación básica, e incluso superior, y la salud, tuncas por sindicatos ahora viciados, clases dirigentes institucionales y no institucionales reptantes del recurso claro u oscuro fácil, deficiente prestación de los servicios, y otro gran numero de causas, muestran lo "bien" que nos encontramos.

De ahí, podemos saltar a temas de seguridad y justicia, en verdad, muy, muy cuestionables, ya sea que se les vea desde los salarios de nuestros "servidores" públicos, el dispendio presupuestal, hasta el galopante incremento de la incidencia delictiva, matizada por las "autoridades" con el empleo de conceptos y métodos ad hoc y eufemismos.

Así que motivos para cambiar, para cambiar en un sentido bueno, existen de sobra. Cuando brindemos esta Nochebuena y noche vieja, para festejar la Navidad y el Año Nuevo, debemos hacerlo, claro, pero tenemos que considerar que si nada cambiara en absoluto, la noción del tiempo perdería todo su sentido, que es el cambio tenue o profundo en las personas y en las cosas, lo que hace que el tiempo tenga un significado relevante, y que en esa medida, debemos dejar de ser mexicanos(as) de humo, dejemos atrás nuestra adolescencia ciudadana y seamos ciudadanos adultos que, en el marco del derecho, critiquemos, no seamos conformistas, actuemos y que cuando lo hagamos, sea de manera razonable. Démosle al tiempo un sentido, no lo malgastemos. Felices fiestas.

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