Quiero compartir con ustedes la alegría y la gratitud que experimento con Dios y con toda esta comunidad de la Arquidiócesis de Morelia al celebrar estos días los dos años de mi llegada como arzobispo.
Quiero compartir con ustedes las principales satisfacciones que he tenido durante estos dos años, una que he podido ir poco a poco integrándome con todo el presbiterio y logrando que vayamos experimentando cercanía y confianza aunque todavía hay muchos sacerdotes a los que no logro identificar, pero, realmente me siento ya nuevamente en familia con el presbiterio y poco a poco hemos venido logrando un acercamiento y una confianza que nos permitirá implementar el anhelo y el compromiso de renovación y de revitalización pastoral de la arquidiócesis.
Agradezco a todos su oración y les pido que me sigan apoyando con su oración.
Quiero aprovechar para decirles que tenesmos periodos de cambio en enero y febrero y otro en julio-agosto, ahorita estamos en este proceso de cambio, a todos, siempre será muy importante que las temporadas de cambios que tenemos en la Arquidiócesis sean un llamado a que podamos renovarnos personalmente y renovarnos comunitariamente.
Parte de esta experiencia que sucede en la Iglesia de los cambios de los sacerdotes es una oportunidad para crecer personalmente y fortalecer los vínculos de la comunidad con la disposición para ir a dónde el señor nos llame a través de quien nos corresponde tomar las decisiones.
Los invito para que los cambios sean una oportunidad de crecimiento y de aceptación de la voluntad de Dios y de mayor alegría en el ministerio sacerdotal.
Me uno a la alegría que se vive en Panamá por la Jornada Mundial de la Juventud, a la que todos sabiendo de este encuentro que el Papa tiene con los jóvenes renovemos el compromiso y la decisión de acompañar y estar cercanos de los jóvenes.
Les pido su oración a todos y les hago llegar mi bendición.
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