Uno de los elementos más importantes que deben considerar las familias, las empresas y las instituciones públicas y privadas al realizan una acción, cualquiera que ésta sea, es la planeación.
La planeación, considerada como el acto de plasmar en un documento los puntos de partida, objetivos, medios y estrategias que debe seguir una persona para alcanzar una meta, se debería contemplar como un elemento rector en nuestras vidas, a partir del cual nuestro funcionamiento, no sólo como individuos, sino como sociedad y cualquiera de los roles que se cumplan dentro de ella, podrían ser más eficientes.
Una búsqueda rápida en Internet basta para darnos cuenta de que existe una gran cantidad de metodologías para elaborar un plan, dependiendo del contexto desde el cual se realiza, la temática a tratar o la profundidad deseada; sin embargo, en materia económica y principalmente cuando se trata de arriesgar recursos económicos, se le denomina "proyecto de inversión".
Cuando tomamos la decisión de arriesgar una parte tan importante de nuestro patrimonio, ya sea a través de una inversión o la contratación de un esquema de ahorro, siempre es necesario un plan al respecto; sin embargo, es muy usual el desprestigio que se le atañe a dicho documento, principalmente cuando se trata de pequeños negocios, lo cual a la larga puede generar complicaciones e incapacidad de resolver problemas sencillos, pero que terminan por malograr esa inversión que como objetivo final pretendía generar ganancias para el emprendedor.
Principalmente en el caso de inversión, cuando se realizan a través de un crédito o un apoyo gubernamental, es indispensable contar con un plan, pero muchas veces escuchamos opiniones en el sentido de considerarlo como un requisito complejo, que implica mucho tiempo, costo y cuya utilidad nunca se valora.
Sin embargo, la dificultad técnica en la creación del proyecto de inversión no debe provocar que se abandone la realización de éste, el acercarse con especialistas y agentes experimentados en la elaboración de dichos proyectos debe contemplarse como el primer paso de tu estrategia para lograr la meta de negocio y así obtener los rendimientos que se tengan contemplados.
La planeación se configura desde la teoría y tiene diversas aristas. Michael E. Porter (1979) detectó cuatro etapas fundamentales en el proceso: filosófica (establecimiento de visión, misión y valores de la empresa), análisis (identificación de amenazas y oportunidades, así como definición de capacidades y recursos internos), operativa (objetivos, estrategias y políticas) y control (corrección y mejoras).
Sin duda, planear conlleva cierto esfuerzo, que es tanto necesario como redituable. En este sentido, la cultura emprendedora precisa más allá de sólo concebir una idea, permearse del hábito de proyectar, lo que otorga uno de los adjetivos más preciados en el mundo de los negocios: el principio de la estabilidad.
Si bien es imposible predecir de forma certera el futuro, sí se pueden prever los factores que están al alcance de la mano, las tempestades se hacen más livianas y, en momentos de crisis, una adecuada planeación puede salvar a la empresa de la desaparición.
Lo más importante: aprender a planear es un camino sencillo si se hace con la asesoría adecuada, y comienza con la aceptación de una necesidad. Emprendedor, acércate a la Secretaría de Desarrollo Económico para que expertos te asesoren.
Jesús Melgoza Velázquez
Secretario de Desarrollo Económico de Michoacán
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