Presidente feliz, feliz, feliz…

Presidente feliz, feliz, feliz…

"¿Qué otro regalo más grande y mejor se le puede ofrecer a la República que la educación de nuestros jóvenes?"… Marco Tulio Cicerón. (106 A.C. – 43 A.C.). Escritor, orador y político romano.

Andrés Manuel López Obrador al cumplir un año como presidente de México se manifestó feliz, feliz, feliz. Vale destacar que es comprensible que así se sienta, porque está disfrutando de su sueño hecho realidad.

Goza de una aprobación entre el 59 y 72 por ciento según la encuesta que se analice, y está claro que independientemente de la alarmante cantidad de afirmaciones falsas y engañosas que ha dicho durante sus 252 mañaneras y que son mayoría con respecto a las verdaderas, según análisis realizado por el politólogo Luis Estrada, su base de fieles seguidores parece mantenerse intacta. La mañanera indudablemente ha sido más una estrategia propagandística para incidir en sus seguidores, que para realmente informar y responder a los cuestionamientos. Suman 252 ruedas de prensa con un promedio de duración de una hora y 35 minutos.

López Obrador está feliz porque el bono de hartazgo que lo llevó a Palacio Nacional prevalece, pese a los lamentables resultados en materia de seguridad, que tienen por el momento al 2019 como el año más violento en la historia moderna del país, con 28 mil 741 muertes violentas y 833 feminicidios hasta el 31 de octubre. La petición de "abrazos y no balazos" y las amenazas de acusar a los delincuentes con sus mamás, no han funcionado.

En medio de semejante tragedia, indudablemente el sexenio del tabasqueño quedará marcado por el terrible fracaso y cúmulo de contradicciones del gabinete de seguridad en la captura e inmediata liberación de Ovidio Guzmán López. Estrategia de la que el Ejecutivo no conoció, pese a presumir constantemente que se entera de todo y por ello sus reuniones matutinas.

El presidente de México está feliz porque pese a que la economía se mantiene en crecimiento cero, como lo señaló el INEGI, él tiene otros datos.

Está feliz porque se ha convencido que quienes no coinciden plenamente con lo que dice y hace, son simples fifís, por ello no tuvo empacho en señalar que quienes marcharon para exigir resultados en diversos ámbitos de la administración pública y en más de 28 entidades de la República Mexicana, son simpatizantes de partidos conservadores que se disfrazaron de ciudadanos. Dicho de otro modo, está convencido que sólo él y sus seguidores tienen el derecho a manifestarse, sólo López Obrador y sus seguidores tienen la razón y son ciudadanos ejemplares.

Por eso está feliz el expriista, experredista y ahora dueño de Morena, porque ni la imponente y abrumadora realidad lo hacen reflexionar siquiera. Todo aquello que huela a gobiernos anteriores lo destruye con el argumento de la corrupción, aunque nadie haya pagado consecuencias todavía, como en el caso del Aeropuerto de Texcoco o en la lucha contra el huachicol. Ha quedado sólo discurso.

Está feliz porque parece no darse cuenta de la polarización que vive el país y de la que es uno de los principales promotores.

Claro está que las condiciones del país no pueden cambiar de la noche a la mañana, pero lo que sí podría hacer es empezar a actuar como presidente de México. Ya debe olvidar su rol opositor para procurar la unidad de todos los mexicanos. Debe tener claro que quien disiente no necesariamente es su enemigo.

Ojalá que el pasado primero de diciembre López Obrador haya quedado satisfecho de aplausos para que en lugar de tantos "informes", suman ya 4 durante su administración, empiece a gobernar con ánimo conciliador, de tal manera que pronto la mayoría de mexicanos pueda sentirse tan feliz como lo está él ahora.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.
cmongem@hotmail.com

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