Puntos clave para consultar, a propósito del NAIM

Puntos clave para consultar, a propósito del NAIM

La pregunta que responderán los consultados sobre el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) en las mesas instaladas al efecto, dice:

"Dada la saturación del AICM, ¿cuál opción plantea usted que es mejor para el país?

• Reacondicionar el actual aeropuerto de la Ciudad de México y el de Toluca y construir 2 pistas en la base aérea de Santa Lucía, o,

• Continuar con la construcción del Nuevo Aeropuerto en Texcoco y dejar el actual aeropuerto de la Ciudad de México."

Quiérase o no, esa pregunta se desdobla en una respuesta de una de dos posiciones: continuar con las obras de construcción del NAIM, o bien, no continuar la construcción del NAIM, eligiendo una opción diversa.

Los impulsores de la construcción del NAIM, considerando el riesgo a sus propios intereses, por sí o por medio de personas diversas o personas por sus propias creencias (periodistas, académicos, políticos, personas que incluso han promovido amparos contra la consulta …) han cuestionado la consulta prácticamente en todos sus aspectos: la naturaleza precaria del convocante (al no ser una autoridad en ejercicio), la ausencia de reglas que gobiernan la consulta, la mala redacción de la pregunta al estimar que es sesgada, el carácter no vinculante de los resultados de la encuesta, el previsible carácter utilitario de los resultados, entre muchos otros aspectos.

Incluso, los propios críticos de la encuesta han anticipado que la encuesta es una falacia y que solo se está usando para barnizar la cancelación de la construcción del NAIM, y que esto tendrá efectos desastrosos sobre la democracia, la economía y la vida toda del país.

Los convocantes de la consulta y sus simpatizantes, por el contrario, y me parece que también abogando por sus intereses (los cuales hacen extensivos al pueblo), alegan su talante democrático para hacer la consulta, que es un deber, que el procedimiento es definido, que la pregunta es clara y precisa, que se debe tomar el parecer del pueblo sabio, que se hace con un fin democrático legítimo y para evitar, en su caso, obras faraónicas.

Además, los convocantes de la consulta y sus defensores, han anticipado que la encuesta es legítima y que se tomará en cuenta por el gobierno electo para resolver sobre si se ha de seguir con la construcción del NAIM o se elige un opción diversa, y que, incluso de no seguir con la construcción del NAIM, la cancelación no tendrá efectos desastrosos sobre la democracia, ni dañinos sobre la economía, la seguridad, ni tampoco perjudiciales para la vida del país, que no habrá ningún problema.

Bien, pues en medio de estas dos posiciones bien claras, está la mayoría de la población del país.

Y la población mexicana no está acostumbrada a ser consultada (tampoco el gobierno está acostumbrado a preguntar) salvo algunos episodios, para que por anticipado se le tome en cuenta a la gente de esta forma más o menos directa, con el fin de que la autoridad resuelva sobre los temas importantes para todos.

Que el gobierno (en este caso, el electo) pregunte o consulte y que la población exprese su opinión en temas cruciales, como lo es el tema del NAIM, no solo no es malo, sino que es bueno, pues refleja una pretensión de relación de comunicación buena entre el que manda (el pueblo) y el que lo representa y obedece (el gobierno).

Pero para que sea correcta esa relación de comunicación entre gobierno y pueblo, a través de una consulta, encuesta o cualquier otra figura deliberativa y de participación democrática, hay ciertas condiciones mínimas que se deben satisfacer:

Una es la sinceridad, pues la franqueza en el convocante y el mismo pueblo, es una condición esencial de la legitimidad de todo el proceso, sus resultados y los usos de los resultados.

El lenguaje que se use entre el convocante y el pueblo debe ser compartido de manera que se entiendan, y en casos complejos, por el tema o las circunstancias del caso, la razonabilidad del lenguaje es especialmente relevante, porque gran parte del pueblo carece de una formación especializada, por lo cual, en este caso, la opinión sencilla de especialistas en los temas del caso, es crucial.

Todas las personas interesadas en el asunto, deben de tener la posibilidad de participar libremente, equitativamente, de modo que si el tema es de interés de la población entera, se deben facilitar las condiciones para que toda la población pueda potencialmente deliberar y participar.

El pueblo debe contar con la información del caso, de forma suficiente, accesible y de modo que se entienda, antes de emitir su opinión, parecer o voto.

Finalmente, las reglas del juego, aunque no estén legalmente preceptuadas, sobre la consulta, encuesta o mecanismo de deliberación o participación que sea, deben ser conocidas y compartidas de antemano por los convocantes y el pueblo.

Esto que se ha escrito, es un lugar común, a la hora de valorar los mecanismos de deliberación y participación democrática para la construcción de las decisiones que nos importan a todos.

De modo que a nadie debe espantar que se desarrolle una consulta; en todo caso, la atención debe estar centrada en los puntos antes indicados, no solo para valorar una consulta concreta, sino para orientar a la opinión pública y que esta incida en que sean adecuados todos los mecanismos impulsados para la deliberación y participación popular tendientes a la construcción de las decisiones que nos importan a todos, porque temas como el NAIM hay y habrá en el futuro muchos otros.

Procuremos, exijamos mecanismos de deliberación y participación que sean SINCEROS, entendibles, adecuada y suficientemente informados de manera previa, contando con reglas idóneas y con la potencial participación libre y equitativa de todos los interesados en el tema, para decidir no solo sobre la continuidad de la construcción del NAIM, sino de todo problema relevante, pues, recordemos, la mayoría de la población estamos en medio en estos temas.

Al final, el gran problema para los impulsores originales y defensores del NAIM es que no gozan de crédito, no se les cree; y el gobierno electo, por el contrario, a los ojos de muchos es creíble, así que decida lo que decida este gobierno electo, le será creído; por eso, el tema es de cara a los mecanismos de consulta del futuro, eso es lo verdaderamente importante.

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