“Sin tacos no hay paraíso”

“Sin tacos no hay paraíso”

Esa frase solía decirla Ana Sandoval, una gran amiga mexicana a quien conocí en Nueva York; haciendo referencia a una telenovela colombiana que no vamos a mencionar en este momento porque nos vamos a concentrar en los tacos.

Ana Sandoval es originaria de México, Distrito Federal, y vive en Estados Unidos desde 1992.

Ella pertenece a la tercera generación de carniceros en su familia. Desde pequeña aprendió a conocer sobre las variedades de las carnes de res, de cerdo, pescado y demás. Aprendió a hacer diferentes cortes de carne y a distinguir entre una carne fresca y jugosa a una carne vieja o de mala calidad.

Por circunstancias de la vida, y como la mayoría de los migrantes en este país, Ana Sandoval salió un día de México y vino en busca de una mejor forma de vivir en Nueva York. Aunque ella vive en el Condado de Nassau, para Ana no es impedimento realizar su labor como taquera a domicilio, cubriendo los dos condados de Long Island; Nassau y Suffolk. Ana es la primera mujer que se dedica a vender tacos al pastor a domicilio, en donde el costo de vida es uno de los más caros de toda la Unión Americana.

La idea de hacer taquizas surgió hace aproximadamente unos cinco años cuando fue de vacaciones a México, y entre pláticas con amistades y familiares le vino la nostalgia de comer tacos con sabor a México, pero en Long Island, Nueva York. Fue entonces que compró las herramientas para traer en su propia maleta, los cuchillos, la chaira para afilar los cuchillos, y el trompo para montar la carne. La travesía de Ana de transportar estas herramientas de trabajo no es algo que pueda verse todos los días en los aeropuertos o en oficinas de Migración, al llegar a Estados Unidos. Aún a pesar del riesgo que representaba para Ana traer en su maleta estos utensilios de cocina y carnicería, para realizar su cometido: convertirse en la primera taquera mujer, mexicana, de Long Island, ella no dio marcha atrás en su objetivo. Ana deseaba iniciar su propio negocio de taquizas a domicilio.

Ana se encomendó a Dios y afortunadamente todo salió muy bien, pues luego de estos cinco años de experiencia y aprendizaje en su negocio, Ana tiene nuevos planes para hacer crecer lo que un día comenzó como un antojo y ganas de traer el sabor de los tacos al pastor a la comunidad, no sólo mexicana, sino a todos los latinoamericanos que han llegado a contratarla, para sus reuniones familiares y de trabajo.

"Una de las satisfacciones más grandes de mi trabajo es ver a la gente contenta, comiendo mis tacos, y que ven que soy una mujer, que puedo cortar la carne, como cualquier taquero en México".

Recibir los comentarios de los comensales es lo que más motiva a Ana a seguir haciendo sus tacos con amor, pues para ella, preparar la carne y la salsa es todo un ritual. Es un trabajo artesanal, pues desde un día antes de la taquiza, ella escoge los chiles, la carne, los limones, los condimentos y mientras hace la preparación, ella disfruta todos los detalles, marinar la carne, montarla en el trompo y hasta llorar al cortar la cebolla, de vez en cuando. En el "ritual", como ella le llama, nunca está sola, siempre hay alguien que le acompaña, ya sea una amiga o su socia, Janet Barrón, con quien escucha música y "cotorrean" mientras preparan la carne y las salsas.

"Es mucho trabajo, pero lo disfruto. Y lo que más me gusta es ver a mis clientes contentos, comiendo tacos mexicanos, como los conocemos en México, con todo y el trompo y con la piña asada… Mis tacos al pastor y mi sazón es mi mejor publicidad… Y mi frase es esta: "sin tacos no hay paraíso".

Ana ha tenido que adaptarse a los espacios de las casas, los jardines, garajes o hasta departamentos en donde la contratan, para realizar su oficio, trasladándose en su propio automóvil y cargando en la cajuela, su maleta –la misma maleta con la que llegó de México con el trompo para la carne y los cuchillos-, así como los trastes, los contenedores de las salsas, la cebolla y las tortillas… ¡Esas son muchas ganas de salir adelante! Y aunque la fatiga de invertir tres días y tres noches a una taquiza regular para 40 personas, Ana no desiste en seguir superándose, pues el siguiente objetivo es comprar un carrito en North Carolina, para traerlo a Nueva York y comenzar con el auténtico negocio de Tacos al Pastor a domicilio, hecho por una mujer mexicana que se siente orgullosa de su oficio como carnicera y taquera. Y no satisfecha con esto, además de adecuar el carrito para vender sus tacos, Ana pretende iniciar un nuevo giro; hacer tacos vegetarianos, para atender otro mercado que está demandando el sabor de los tacos mexicanos, pero con ingredientes vegetarianos.

"Preparar tacos, es un trabajo artesanal. Es un arte, un ritual… ¡Y es una chinga también! Pero es una gran satisfacción llevar el sabor a México a donde me llamen. Mi lema es este, sin tacos no hay paraíso".

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