Morelia, Michoacán (MiMorelia.com/Andrea Hernández).- Juan Antonio es como cualquier otro niño moreliano, va a la escuela Primaria, disfruta de jugar con amigos en el recreo, le gustan los tazos y las figuras de acción, pero a diferencia de miles de niños, no todo su tiempo libre puede dedicarlo a la diversión, pues él, al igual que otros cientos de niños en la ciudad y en la entidad, desarrolla actividades económicas con el fin de ayudar a su familia salir adelante.
De escasos 10 años de edad, Juan tiene cerca de un cuarto de su vida acompañando diariamente a su papá a trabajar como lava coches en el estacionamiento del Centro de Convenciones de Morelia, lugar en el que de acuerdo con su progenitor, el señor Jorge Luis, "es la mejor manera para cuidarlos de cerca y mantenerlos seguros de los peligros de la vagancia y la ociosidad".
Sin embargo, el caso de Juan no es único ni excepcional, ya que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en Michoacán 30 por ciento de la población total son menores de 14 años y hay más de 915 mil estudiantes de nivel Primaria, cada uno de ellos con una historia en particular que compartir con sus compañeros, y los casos como Juan, que a su corta edad estudian y trabajan, no están contabilizados, pues él mismo afirma que "en mi escuela no soy el único, hay algunos compañeros que ayudan a sus papás a vender empanadas, atienden en el mercado o hasta barren y limpian la estética de su mamá", según relató.
Ser bombero es la ilusión de este pequeño estudiante de Cuarto de Año de Primaria, quien de lunes a viernes ve sus días divididos entre las horas de escuela, el trabajo con su papá y los ratos de diversión y recreación en las diversas áreas de los jardines del Centro de Convenciones, pues asevera que "en las mañanas venimos a trabajar, a mí me toca poner almorol a las llantas y limpiar con la franela los rines, y ya en las tardes mi papá me deja en la escuela; aquí hago mis tareas y eso cuando no hay carros".
"Una vez me llevaron a ver a los bomberos, fue un paseo de la escuela, y ellos nos contaron cómo ayudan a las personas, eso quiero hacer yo cuando crezca", platica con una sonrisa en su rostro mientras termina de "detallar" una camioneta junto a su hermano mayor; en tanto sus otros tres hermanos son cuidados por su mamá en casa.
Ahorrar dinero para comprarse una Tejana e ir al jaripeo junto a su papá, es lo que motiva a Juan a trabajar cada día, que es la manera de empezar su rutina, pues antes se trasladaba junto a su hermano desde su casa en Galaxia Tarímbaro hasta el lugar de trabajo de su papá, lo que además de representar un gasto excesivo por el transporte público, también "era riesgoso que anduvieran solos", afirmó su padre.
Tras argumentar que es la mejor forma de mantenerlos vigilados y alejados del peligro, don Jorge comentó que en alguna ocasión "me echaron al DIF, pero demostré que ellos no son trabajadores, de algún modo sólo me ayudan y no han dejado de estudiar, los registraron y ya no hemos tenido más problemas, se dieron cuenta que yo los cuido y no los estamos explotando ni nada, porque sí, de esos hay muchos padres en todos lados, que abusan de sus hijos para sacar dinero y luego hasta les andan pegando", dijo.
Los valores como el respeto a los demás, la responsabilidad y la honestidad, son infundados en sus hijos a través del trabajo, así lo asegura Jorge Luis, quien comentó que de niño vivió en carne propia lo que estar lejos de los padres, pues "pasé muchos años en una casa hogar porque mis padres no podían mantenernos a mis hermanos y a mí, ahora yo les enseño a mis hijos lo que cuesta ganarse la vida y que si no le echan ganas al estudio cuesta más, y como les digo a muchos que me preguntan cómo le hago pa' mantener a cinco chiquillos, yo les contesto ¿cuánto te gastas tú en una ida a una cantina?, yo en lugar de eso lo gasto en pasar tiempo con mis hijos y darles lo que necesitan".
