Tax Cuts

Tax Cuts

Si usted alguna vez ha escuchado a nuestros hermanos gringos hablar sobre política habrá notado que el nombre de Ronald Reagan es sinónimo de éxito. Casi todos los norteamericanos, exceptuando quizá a Oliver Stone, están de acuerdo con que Reagan puso fin a la Guerra Fría con su famoso discurso de 1987 en Berlín, pero me atrevería a asegurar que no es esa la razón por la que es tan querido y reconocido por su partido. El motivo por el cual todos los Republicanos adoran a Reagan es por haber logrado el tax cut más grande en la historia reciente de los Estados Unidos, hasta hoy.

El pasado jueves el Congreso de los Estados Unidos aprobó un recorte de 1.4 billones de dólares (trillions en inglés) distribuidos en los próximos 10 años. Para ponerlo en perspectiva, esa cantidad es más o menos el Producto Interno Bruto de México o casi 3 veces lo que Estados Unidos gasta en defensa militar cada año. Este pastelito se lo piensan repartir entre las empresas y los hogares. A las empresas les tocará más o menos 1 billón de dólares y será mediante una reducción de la tasa de impuesto corporativo a un 20% (en México el impuesto más parecido sería el ISR y es del 35%). El resto irá a los hogares, siendo los más ricos los que más se beneficiarían según los especialistas.

Aquí es donde usted se preguntará, ¿bueno, y a mi qué más me da lo que los gringos hagan con sus impuestos? Esto es importante para México al menos por dos razones. En primer lugar, esto representa un triunfo político para Trump, lo cual le da más holgura para empujar otras políticas proteccionistas que son poco populares entre el empresariado norteamericano. Un ejemplo de esto es el famoso border tax. Empresas como Wal-Mart se han pronunciado en contra de este impuesto a las importaciones ya que esto subiría los costos de muchos de los bienes que ofrecen a sus clientes. Sin embargo, con un recorte en la tasa impositiva corporativa, empresas como Wal-Mart podrían estar en una mejor disposición de aceptar dicho impuesto. Adicionalmente, una victoria para Trump, en la forma de una reforma tributaria, también le daría más capital político para empujar términos más agresivos en la renegociación del TLCAN.

En segundo lugar, está el tema de competitividad con respecto a México. Con una tasa impositiva más baja, Estados Unidos se vuelve un país más atractivo para invertir lo cual pone en riesgo el crecimiento de la inversión extranjera en nuestro país. Ante estas posibilidades, México está obligado a seguir empujando para ser más competitivo. Una alternativa interesante sería darle continuidad e inclusive ampliar el proyecto de las Zonas Económicas Especiales, con lo cual no sólo se crea un destino de inversión atractivo si no que se ayuda al desarrollo de una de las regiones más pobres del país.

Otra opción por supuesto sería replantearnos la necesidad de una reforma fiscal de fondo. En los últimos años se ha avanzado bastante en disminuir la dependencia a los ingresos petroleros y en fortalecer el sistema recaudatorio, en gran parte a la profesionalización del SAT. Sin embargo, aún quedan temas pendientes: utilizar el sistema tributario para reducir la alarmante desigualdad económica o utilizarlo para fortalecer la competitividad del país. Las Zonas Económicas Especiales parecen el camino adecuado, sin embargo, difícilmente resolverán el problema en su totalidad, por lo que es necesario que continuemos con el debate sobre el sistema tributario que México necesita.

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