Tiempo de gobernar…

Tiempo de gobernar…

"Apenas son suficientes mil años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo al polvo". Lord Byron (1788 – 1824). Poeta inglés.

Andrés Manuel López Obrador finalmente alcanzó su sueño, desde el pasado primero de diciembre, es el presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Le llegó el tiempo de gobernar. Tendrá que guardar sus clásicas arengas que suelen arrebatar aplausos en un importante grupo poblacional, para comenzar a tomar las decisiones que le permitan sentar las bases de lo que él llama, "La Cuarta Transformación".

El tabasqueño es un personaje que ha logrado, con su manera de hacer política, dividir a la población en 2 polos totalmente opuestos, el que le cree prácticamente a ciegas y pese a todo, y los que incluso temen lo que pueda suceder durante su administración.

Dicha polarización se aprecia con singular facilidad desde la oligarquía política y económica de este país, hasta lo que sucede en el mundo de las redes sociales. Sus discursos y acciones, difícilmente transitan sin pena ni gloria. Por el contrario, en muchos momentos de los últimos tres lustros y con especial énfasis en el último año, se adueñó de la agenda nacional.

Se convirtió en el mayor crítico del poder en turno, en la válvula de escape del hartazgo social y a la par… en la enorme esperanza. Por todo ello es que, como bien dijo, "no tiene derecho a fallar". Y sin embargo, debe estar consciente de que es un mortal, que se equivoca, se contradice, olvida compromisos y promesas, que se ha rodeado de personajes de lamentable trayectoria y que muchos de sus anhelos están sujetos a circunstancias que lo rebasan a él, como han rebasado a muchos otros gobernantes.

Por todo ello, es que debe tener claro que llegó el momento de gobernar, ya no hace falta insistir en la división de los mexicanos, basta de los adjetivos simplones de fifís y chairos, ni maniqueos como conservadores y liberales, los ciudadanos de este increíble país, estamos muy lejos del simple blanco y negro, del estás conmigo o contra mí.

La diversidad de nuestro México, la evidente división de clases y el encono que se ha generado durante demasiados años, no debe seguirse motivando, mucho menos desde el Palacio Nacional. Es tiempo de argumentar y guardar en lo más profundo del cerebro los provocadores adjetivos. Llegó el tiempo de hacer valer su compromiso de una nación en paz, o incluso de una "República Amorosa".

Y semejante compromiso, tendríamos que asimilarlo todos los mexicanos. Ya no más críticas adjetivadas, hacen falta las críticas pero con sustento y en especial, hace falta la autocrítica.

Es tiempo de que nos demos cuenta que la única manera de que a México le vaya bien, es trabajando con vehemencia a partir de los puntos en común, del respeto a los marcos legales, a nuestras instituciones y hacer cada cual lo correcto desde su trinchera.

Por lo pronto, es una buena señal que la reunión entre la Comisión Nacional de Gobernadores y el presidente López Obrador, se haya desarrollado cordialmente y mejor aún, que haya arrojado los primeros acuerdos, donde se incluye un ajuste que impedirá a los "súper delegados" involucrarse en los temas de seguridad, como ya lo habían hecho en los últimos días.

Sin embargo, quedan muchas más inconformidades que tendrán que dilucidarse en un acuerdo entre las partes y otras más en la Suprema Corte de Justicia, pero como sea, ojalá transite sin venganzas, sin acciones dictatoriales y pensando en el bien mayor.

El reto no es sencillo y en Michoacán parece aún más complejo. Tendrá que trabajarse pese a las evidentes diferencias entre el propio Andrés Manuel y muchos de sus cercanos, contra Silvano Aureoles y a la inversa, especialmente cuando el Ejecutivo estatal tomó la iniciativa de regresar el tema educativo a la federación e interponer la controversia constitucional contra los "súper delegados". Indudablemente está en su derecho y no resta más que esperar que ambas partes lo asuman desde lo institucional y no desde lo personal.

Es tiempo de gobernar y ojalá lo entienda López Obrador y todos aquellos que tienen un cargo de representación popular. Porque si en los primeros 2 años de este sexenio no hay resultados, los mismos que han respaldado al tabasqueño, podrían retomar con creces el hartazgo y con el enorme peligro de que, por el momento, no se aprecia otra válvula de escape.

Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.

R

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