Trágica descomposición social

Trágica descomposición social

Debemos estar atentos a los acontecimientos y discernir los graves problemas de la descomposición social que sufrimos.

Con respeto y profunda pena me refiero a José Ángel el niño/adolescente de Torreón que asesinó a la maestra, hirió a otros y luego certeramente se dio un tiro en la cabeza.

El ser inteligente esta al tanto de todo lo que sucede en el mundo, vive conciente de lo que pasa en torno suyo. Usa su mente y lleva su vida como ser racional no como bruto o como máquina .

La razón es que el hombre vive en interrelación con las cosas, los animados y otros seres inteligentes, no repite simplemente automatismos, reedificando su vida en su mundo en relación con los demás. Es responsable de la marcha de la vida social.

Además, el ser humano tiene una vocación divina, debe integrarse al plan de Dios. Encuentra el sentido de su vida y descubre el destino definitivo en el proyecto de Dios, la dimensión trascendente e inmortal de su existencia.

El hombre entra en un dinamismo de inmortalidad, en un orden cósmico absolutamente sabio, como Dios mismo.

Así entiende el sentido de su vida, de sus actos, de los acontecimientos que suceden alrededor de él.

Hay que encontrar el sentido de todos los acontecimientos para integrarlos en la marcha hacia el bien de todos en el destino eterno del hombre.

Hay muchos sucesos de todos los días que dan grave preocupación. Los hombres, con sus presidentes, no acatan el orden del universo ni respetan las leyes naturales, humanas y divinas. Rompen el orden y crean el caos, el desorden, el sufrimiento de las personas y de la naturaleza, el dolor absurdo e insufrible y llevan a la catástrofe final.

Es el caos que provoca José Ángel, este adolescente casi niño en la escuela de Torreón. Qué ilustración mejor del caos total y la muerte. Termina dándose un tiro en la cabeza, algo antinatural.

José Ángel es un producto de su mundo donde los presidentes asesinan en países más débiles, con prepotencia y cinismo, no reconocen principios que no tienen, se justifican sin lógica, con fragantes mentiras.

Es el caso de otros presidentes que hacen violencia a las leyes e instituciones para sus fines mezquinos de poder brutal y ventajas mezquinas como en Venezuela, Bolivia y en muchos otros países.

En México, la primera autoridad encubre sus intenciones mezquinas de poder, de gloria. Lo atormenta la adicción al poder y sus ansias de dictador que se perpetúa en el cargo, porque se cree único, indispensable como un diosecillo sobre una turba de inútiles, de débiles mentales, enanos.

La lista de conductas irracionales, inmorales, viciadas es interminable. El panorama que presentan cada mañana los noticieros es triste y desastroso.

Nuestra sociedad es un edificio que se derrumba, es un ser vivo infectado de todos los males, con la inmuno deficiencia de los valores, que se pudre y se derrite sin respeto al orden natural y social, sin valores ni principios ni normas.

Es el holocausto universal que aparece en el horizonte, en sangre y humor acuoso asistimos a la descomposición social. Ahí están los efectos de crimen ni muerte.

Es la hora de rescatar la humanidad que Dios planeó maravillosamente.

Hay que volver a ser el homo sapiens, el homo divinus, con sus verdades y principios, en el orden maravilloso de Dios y de la creación.

La sabiduría del Maestro guía con claridad y seguridad: conviértanse, el individuo debe cambiar radicalmente: otros deseos, valores, metas.

El hombre, hechura de Dios, es capaz de hacerlo.

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