Los hechos que se suceden a cada momento en el país, bien pueden condicionar que se hable del "drama mexicano" en lugar de la "trama mexicana", porque históricamente nuestro país, como cualquiera otra nación, ha sufrido dramas, infortunios, tensiones y conflictos que provocan angustia, daños y llanto; pero el "drama" es algo sabido, algo con lo cual se cuenta por todos, con lo que se convive todos los días, sin por ello perder el interés para los sentidos atentos y para esbozar críticas constructivas.
Lo que mantiene al pueblo en una tensión constante, sin embargo, es la "trama", porque la vida colectiva se va tejiendo de forma dinámica con actos, hechos y eventos que se relacionan, sin que se pueda anticipar en qué van a parar.
Y esa "trama" se cataliza porque las personas inciden en la "interpretación" de los hechos y actos, dando paso a una actividad "creativa" de la "realidad". La realidad es reinventada más allá de la verdad, y eso es lo que llama a escribir más sobre la "trama mexicana" que sobre el "drama mexicano".
La inseguridad, la desigualdad y la pandemia, por ejemplo, hoy son factores enlazados entre sí de la vida social que no manifiestan un camino claro hacia una conclusión definitiva, hacia un derrotero preciso, porque hay más dudas que certezas sobre ello, incluso con dubitación subrayada, porque los protagonistas de la vida política interpretan la inseguridad, la desigualdad y la pandemia de formas no solo diferentes, sino contradictorias.
Si algunos afirman que la seguridad ha mejorado, otros dicen que se encuentra en el peor punto de la historia; si unos machacan que se han logrado avances novísimos en el combate a la pobreza, otros acusan que solo se mantiene -cuando no se incrementa- con programas asistencialistas y electoreros; y mientras parte de los actores políticos aseveran que la pandemia está domada y que se ha controlado muy bien al grado de ser esa gerencia un ejemplo universal, los opositores contestan que México tiene una tasa ominosa de muertes por la Covid-19, de las peores del mundo, sin que merezca al gobierno federal destacar el valor útil de usar cubre bocas y de las pruebas diagnósticas de la Covid-19.
Lo curioso del caso es que, si bien en la "trama mexicana" esa "realidad", es "construida" capitalmente de forma distinta por los actores políticos agrupados en sus reductos antagónicos, también es compartida y difundida por sendos bandos populares, como corifeos de esa visión de la realidad, como si "compartir" disciplinadamente una visión de la realidad fuera un acto debido, de fe.
Y eso es muy triste, porque las personas, el pueblo, con ese proceder dogmático, nos alineamos "porque sí" a una postura u otra, con renuncia a una de las cualidades más humanas: el razonar que se ejerce con una actitud crítica bien entendida.
Una actitud crítica, no quiere decir opinar o hablar mal de algo o alguien porque sí, quiere decir, más bien, que antes de compartir una versión de la realidad, se analice y se valore como nuestro entender lo permita, y luego de ello, con criterio y razones, asumir un punto de vista, una opinión y si es el caso, respaldar una versión de la realidad o presentar una versión diferente.
Esa actitud crítica en la "trama mexicana" y ante la "realidad" y sus "versiones" no solo es una posibilidad humana, sino también un deber, por nuestra propia condición de ser personas pensantes.
Si no ejercemos una actitud crítica, lo más probable es que la "trama mexicana" se perpetúe, y que al final, sin remedio, de paso a eso a lo que ya nos hemos mal "acostumbrado": al "drama mexicano" que solo conduce a un daño y llanto, con el lamento de un destino funesto que pareciera que la vida, porque sí, nos impone, porque, según solemos pensar: eso ya "tocaba" o eso es "la cruz que tenemos que cargar".
La verdad es que no es sí, pues en buena parte de la vida no hay fatalidades, hay omisiones o acciones que nos conducen, eso sí, por diversos factores, a resultados que quizá pudimos evitar, modificar o moderar.
Los mexicanos -como muchas personas de otras naciones- debemos estar atentos críticamente frente a la "trama mexicana" y ante la realidad con sus "versiones" para que ella no se convierta en ese lugar común que es el "drama mexicano" para que no llegue a convertirse en un lamento por la pobreza, la enfermedad y la inseguridad. No todo está escrito.
