Por: Cristian Ruiz/@crisruizr1
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- A pesar de encontrarse relativamente cerca, la Noche de Muertos se vive de forma diferente en algunos municipios y comunidades de la Zona Lacustre de Michoacán, con tradiciones que van desde una fiesta, ofrendas colosales, así como jornadas de silencio y letanías.
Para Tzintzuntzan, la noche del 1 y madrugada del 2 de noviembre representa fiesta de añoranza y baile, ya que el festejo comienza una vez que bendicen las colosales cruces que podrán a sus seres queridos en su tumba a través de una misa.
Al sonido de la banda y los cuetes, los habitantes caminan desde el Ex Convento de San Francisco de Santa Ana hasta los dos panteones del municipio para dejar la cruz y pasar la noche, mientras en el pueblo hay una verbena y venta de artesanías.
A unos cuantos kilómetros de Tzintzuntzan se encuentra Ihuatzio, comunidad que con la Noche de Muertos tiene otra forma de celebrarse, desde las 22:00 horas las personas comienzan a llegar al panteón y montan las ofrendas florales.
Alumbrados por las velas y algunos focos, los habitantes resguardan las tumbas de sus seres queridos en absoluto silencio o aprovechan para rezar, no es permitido hacer mucho ruido para mantener la paz del camposanto.
En Cuanajo es montado el caballo rosado, una enorme ofrenda que asemeja a un caballo de madera para el muerto del año y dependiendo del cariño de los familiares y quienes lo recuerdan se le lleva un caballo al que se le colocan mazorcas, calabazas, chayotes o tejocotes hasta su hogar.
Quien lo reciba está obligado a ofrecer atole y tamales, a manera de un sistema de intercambio y todo tipo de persona es bienvenida en la celebración.
Hay quienes solamente ofrecen cena y agradecimiento por la visita con la típica hospitalidad que tienen los pueblos indígenas de Michoacán, pero hay otras personas ven esta festividad como un homenaje y fiesta para ser querido que hasta hace menos de un año se encontraba con ellos.
AC