Una experiencia única, apuntes para una crónica

Una experiencia única, apuntes para una crónica
El encuentro de los katequetas de SCALA prometía gozo y riqueza por la presencia de los miembros, su acervo de conocimientos y su encanto.

Los avisos para la participación en la asamblea fueron oportunos, motivaron a la participación, la sabiduría puso su mensa de manjares suculentos y vinos exquisitos como se lee en el libro de la sabiduría. Hice el viaje emocionado y expectante. La recepción no defraudó, era una explosión de gozo. Me recibió con un gran gesto de alegría Andrés Boone, de Uruguay ahora presidente de la Sociedad, compartí inmediatamente el tiempo y las morelianas (golosinas) con Marcelo Murúa de Argentina y José María Siciliani de Colombia, ambos carismáticos de distinta manera.

En la Sociedad de Katequetas de América es muy conocido el encanto de la persona y la preparación sólida de todos, lo que confiere al estudio un gran valor, una gran riqueza y altura a la comunicación de ideas, experiencias, sabiduría y a la dinámica del trabajo. La participación cualificada no se hizo esperar, con el gozo que trae consigo.

El tema fue Iniciación Cristiana de los Jóvenes. Estos son la moda: un sínodo mundial en Roma, preocupación por los jóvenes, su situación de alejamiento de la familia de salvación, crisis en la catequesis de jóvenes, un mundo decadente y de pobres.

La conducción fue profesional, efectiva, brillante con gran participación de André Boone, magnífica coordinación entre el Consejo Directivo y los Katequetas de Colombia, gran trabajo también del tesorero Alejandro Cardinali y de José María Siciliani, presencia discreta y eficaz del presidente, Monseñor Diego Padrón.

Todos los miembros aportaron desde una larga experiencia, vida de estudio, e investigación con libros publicados, cursos online, asesores del CELAM, Maestros en su Instituto, algunos de grandes familias de educadores: salesianos, lasallistas, diocesanos …. Llegamos con los temas ya leídos. Estuvieron presentes jóvenes comprometidos y carismáticos de Colombia. Para trabajar con ellos hay que conocer al joven, no a los jóvenes en abstracto. Apareció un mundo de luces y sombras, trepidante, expectante, de grandes sueños y hándicaps, de depresión y esperanza. Se hizo la luz sobre el mundo de los jóvenes, dejó una visión fundamentada de cada joven, de la juventud, de su mundo.

Fue una mirada crítica a la presencia de la Iglesia: llegar a las aspiración y vacíos del joven, no hablarles desde la cátedra, con prejuicios, con estereotipos, encarnarse en su mundo y humildemente caminar con ellos, hacerlos sujetos de su caminar, ir con ellos como interlocutores, como el Maestro de Emaús.

Se presentó una mirada realista del mundo de los jóvenes, se recordó la fidelidad a Cristo, necesitamos tender puentes y una presencia nueva, conversión.

Yo me quedé con una visión luminosa de un mundo de esperanza que necesita discípulos y testigos en situaciones de muchas crisis y dolor, desconcierto.

Se necesita inmersión en su mundo, empatía y hacer presente a Cristo que no deja los chicos en el mundo de pecado: droga, placer irresponsable, egoísmo sino que ofrece la salvación, un plus de vida, pureza, gozo, libertad y la gloria en la inmortalidad, abre horizontes de lo infinito y lo inmortal.

Desde Bogotá, Colombia, sede de las Jornadas de Estudio y asamblea de SCALA.

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